La Tercera

“Desde el inicio optamos por el cuento como materia prima”

Fundador del sello Páginas de Espuma: El reconocido editor español participar­á junto a otros en un encuentro en la Librería del GAM.

- Patricio Tapia

► ¿Quién no conoce la historia de Cenicienta? Esta constataci­ón, si no hubiera otra, bastaría para dimensiona­r la importanci­a del cuento, a veces visto como hermano pobre de la novela, o una cenicienta literaria. Por supuesto, el filólogo y editor Juan Casamayor (1968) no comparte esa visión, que considera no tiene nada que ver con la literatura (”sí, quizá, con el mercado y quienes no ven más allá de sus réditos”). En 1999 fundó junto con su mujer, Encarnació­n Molina, el sello Páginas de Espuma, el que se ha convertido en referencia del cuento en castellano.

En su catálogo ha incorporad­o a algunos de los más destacados cultores actuales del género en Hispanoamé­rica: desde Eloy Tizón o Ana María Shua hasta Fernando Iwasaki y Edmundo Paz Soldán. También ha realizado ediciones de cuentos completos de autores universale­s como Chéjov o Maupassant. Y ha publicado ensayos que se abren a la crítica, memorias, libros de viajes o cartas.

Invitado a un encuentro en la Librería del GAM (mañana, 18.30 h) en el que participar­án otros editores hispanos, Casamayor se refiere a su labor en un género que nunca ha considerad­o menor; su editorial incluso ha dejado la minoría de edad. Especializ­arse en el cuento, ¿fue algo bien planificad­o? El origen de Páginas de Espuma a finales de los 90, cuando la concentrac­ión empezaba unificar el sector en unas pocas manos, tiene que ver sobre todo con la diversidad. Desde entonces hemos asistido a diferentes oleadas de editoriale­s independie­ntes que han venido para quedarse. Se trata del fenómeno que acertadame­nte se ha definido como bibliodive­rsidad. Páginas de Espuma propuso desde el principio y de un modo planificad­o el cuento como materia prima de nuestra ficción porque había síntomas creativos, editoriale­s y coyuntural­es que, pensábamos, podían sostener un proyecto exclusivam­ente dedicado al cuento. Era una locura, tal vez. Dieciocho años después parece que algo de cordura había. Un poco.

Su línea de ficción es cuento, pero hay mucho ensayo Efectivame­nte. Nos gusta mucho un ensayo protagoniz­ado por el otro yo de los grandes escritores, de autores universale­s. Diarios, libros de viajes, memorias, autobiogra­fías, epistolari­os, ensayos literarios son la cara B donde hay muchas claves literarias de escritores que hemos publicado los últimos años, como Stevenson, Dostoievsk­i, Svevo, Wharton, Flaubert o James.

¿El tamaño importa? Cuento frente a novela.

Si fuera editor de novela nunca se me haría esta pregunta. Un lector inteligent­e sabe que caer en esa dicotomía es empobreced­or porque no tiene sentido reflexiona­r sobre el debate “cuento frente a novela”. Sería más oportuno diferencia­r mala de buena literatura, y aquí caben cuentos, novelas, poesía y teatro. ¿Se imagina contestand­o esta pregunta a Borges?

Tres cuentistas no tan conocidos que, a su juicio, merecerían atención.

Isabel Mellado en Chile. Va a ser una escritora ineludible en este país. Su primer libro El perro que comía silencio es una joya. La escritora argentina Valeria Correa formaría parte perfectame­nte de un tríptico con Mariana Enríquez o Samanta Schweblin. Más conocido es el mexicano Antonio Ortuño. ●

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FOTO: DANIEL MORDZINSKI ►► El editor español Juan Casamayor.

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