Controversia por elecciones en la CUT La organización está cayendo en un evidente desprestigio ante la falta de transparencia de sus procesos internos.
LA SEMANA pasada el Tribunal Electoral de la Región Metropolitana decidió suspender el proceso eleccionario que había iniciado la CUT y que buscaba dar una salida al cuestionado proceso que vivió la multisindical en las elecciones de agosto de 2016. El tribunal decretó la suspensión del actual proceso hasta que exista un pronunciamiento judicial sobre las eventuales irregularidades de la elección pasada, cuyos efectos pueden alcanzar a la directiva interina.
Tras conocer el fallo, el Colegio Electoral Nacional (CEN) de la multisindical decidió seguir adelante con los comicios, estimando que la decisión del tribunal era transitoria y que en ningún caso invalidaba el proceso eleccionario. Sin embargo, la Dirección del Trabajo (DT), comprendiendo el alcance de la resolución, determinó no proporcionar ministros de fe para la elección de la CUT, lo que restaba aún más validez a los comicios, abría una profunda disputa al interior de la central sindical y dejaba en un pie forzado a la actual directiva. Finalmente, y sin mucha convicción, el CEN emitió esta semana un comunicado -a solo tres días de que éstas se llevaran a cabo- donde ratificó la suspensión de las elecciones.
El proceso de descomposición en el que se encuentra la CUT viene de mucho antes de las fallidas elecciones de fines de 2016. El sesgo ideológico que ha incubado la multisindical en los últimos años, que lejos de velar por el desarrollo de los trabajadores chilenos, fomentar iniciativas que busquen mejorar su productividad o facilitar una mayor participación femenina y juvenil en el mercado laboral, la asemejan a una suerte de ideologizado grupo de presión -con clara injerencia del Partido Comunistaantes que a un referente nacional del mundo laboral o sindical. Basta recordar la fuerte presión ejercida por la CUT para sacar del proyecto de reforma laboral aquellos artículos que garantizaban una huelga pacífica al interior de las empresas -cosa que finalmente logró-, prestando de paso apoyo incondicional a una ley laboral que exacerba el conflicto, amplifica la cantidad y duración de las huelgas en nuestro país y aleja a los trabajadores chilenos de generar condiciones que permitan mejorar sus remuneraciones en el mediano plazo.
Sin embargo, carece de presentación el hecho de que, pese a todas las irregularidades denunciadas por los propios dirigentes de la central -las que no solo evidenciaron el viciado proceso eleccionario previo, sino que además empujaron a levantar una directiva interina bajo fuertes cuestionamientos y a varias federaciones sindicales a congelar su participación en la central-, ésta busque inmiscuirse en decisiones que exceden su ámbito de acción y que le arrogan una superioridad moral inexistente. Esto, por cuanto la actual directiva de la CUT emitió una declaración cuestionando el nombramiento de la carta del gobierno para integrar la Corte Suprema -quien acaba de ser ratificado por el Senadopor su pasado en el sector privado.
Si la CUT aspira a ser una contraparte con legitimidad en el debate público debe efectuar urgentemente profundos cambios en sus procesos internos para garantizar adecuados niveles de representatividad.