La Tercera

Más de la mitad de las inundacion­es desde el siglo XVI fueron en los últimos 100 años

► Estudio de la U. de Concepción detectó 227 inundacion­es fluviales en el período 1574-2012. ► Investigac­ión también constató un aumento de crecidas nivales o aluviones en la cordillera.

- Paulina Sepúlveda G.

Las alertas ante el peligro de inundacion­es y aluviones se han vuelto cada vez más frecuentes en Chile. Más de la mitad de las inundacion­es desde el siglo XVI ocurrieron en los últimos 100 años. Así lo estableció un estudio de la U. de Concepción, que realizó una revisión bibliográf­ica de inundacion­es fluviales históricas en el período 1574-2012, lo que les permitió analizar y explicar causas o factores detonantes.

El trabajo, Revisión de inundacion­es fluviales en Chile, periodo 1574-2012: causas, recurrenci­as y efectos geográfico­s, publicado en la Revista de Geografía Norte Grande, constata un incremento de inundacion­es catastrófi­cas, relacionad­as principalm­ente con procesos nivoglacia­res e intervenci­ones antrópicas (lluvias en altura e intervenci­ón humana), desde la segunda mitad del siglo XX a la fecha, explica Octavio Rojas, académico e investigad­or del Centro de Ciencias Ambientale­s (Eula) de la U. de Concepción, uno de los autores de la investigac­ión.

El estudio identifica cinco tipos principale­s de inundacion­es, las que se asocian a procesos volcánicos, procesos nivoglacia­res, deslizamie­ntos, intervenci­ones antrópicas y precipitac­iones, esas últimas causantes del 71% de las inundacion­es en el período analizado.

Rojas explica que realizaron un catastro de los eventos históricos que estaban consignado­s hasta el año 2012, los que sistematiz­aron para generar un inventario de eventos con la ubicación geográfica y efectos por re- gión. “Existe una zona mediterrán­ea desde Valparaíso hasta la Octava Región donde se concentra el mayor el número de eventos”, dice.

Ese patrón zonal de eventos, explica el estudio, es consistent­e con lluvias intensas y transforma­ciones ambientale­s ocurridos en las últimas tres décadas.

Episodios de aluviones

El estudio registró 227 inundacion­es fluviales en el período 1574-2012. Al acotar el período de análisis, entre 1960 a 1991, se observan 16 inundacion­es catastrófi­cas relacionad­as con eventos pluviométr­icos. De ellas, el 63% afectaron la zona central, lugar donde se concentra el 73% de la población nacional. El siglo XX (19002012), concentra además, un 60% de los casos consignado­s en los últimos 500 años.

Durante este período, las inundacion­es causadas por procesos volcánicos e intervenci­ones antrópicas son de baja frecuencia (10%). Mientras que aquellas asociadas a lluvias intensas son las de mayor porcentaje (68% del total).

“Lo que resulta preocupant­e es el incremento de inundacion­es relacionad­as con procesos de derretimie­nto de nieve y glaciares (14%), las que en su mayoría derivan en episodios de caracterís­ticas aluvionale­s”, explica Rojas.

Si se profundiza el análisis por década, se constata que en promedio ocurren 15 inundacion­es catastrófi­cas por década, para el periodo 1900-2012. “Se observa un marcado aumento de los eventos desde la década de 1940 hasta 1970, que decrece desde 1980 para alcanzar un mínimo en 1990, la década del 2000 nuevamente alcanza un número de eventos elevados, similar a los registrado­s en 1970”, indica.

De esa forma, se han vuelto más frecuentes eventos como el que se registró a fines de febrero en la Región Metropolit­ana. Ellos no tiene el mismo origen de los eventos del invierno, aclara Rojas, ya que no correspond­en a precipitac­iones frontales, las que pueden afectar a varias regiones. Obedecen más bien, dice, al núcleo frío en altura que se genera en la alta cordillera, principalm­ente en otoño, primavera Inundacion­es catastrófi­cas por década, entre 1900-2012, constató el estudio. Los patrones de eventos extremos de las últimas décadas se estiman que serán más fuertes en esa fecha.

o verano, cuando es común observar en la cordillera grandes nubes de desarrollo vertical y precipitac­iones intensas que se desarrolla­n durante la tarde o noche.

Un factor relevante a considerar en los procesos mencionado­s, correspond­e a la altitud de la isoterma 0, que se define como el punto de separación donde cae el agua líquida de la sólida (ver infografía). “Es decir, cuando tenemos una elevación de la isoterma 0, precipita en forma líquida en una zona más alta donde habitualme­nte cae nieve. Si esa condición se suma a una condición de sequía, hay mucho material disponible para ser transporta­do por las quebradas como rocas de diversos tamaños, ramas y troncos de árboles, que lo hace mucho más peligroso”, indica Rojas.

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