La Tercera

Lección de desarrollo

- Andrés Benítez Ingeniero comercial

POR MUCHO que a uno le digan que Chile es un país que está –o estaba“en vías de desarrollo”, hay veces que se hace patente con demasiada claridad lo lejos que estamos de aquello. Y no me refiero a las cifras o indicadore­s, muchas de las cuales advierten que todavía nos queda mucho por recorrer. Se trata de ejemplos que, si bien pueden ser puntales, incluso pequeños, dan cuenta en forma dramática de aquello.

Me pasó algo así con la reciente visita al país de la directora del Tate Modern de Londres, Francis Morris. Su charla, no fue solo una lección de arte, sino también de cómo un país ha logrado incorporar un elemento esencial para el desarrollo, como es la cultura. Pero no esa cultura reservada para unos pocos, sino como un factor vital en la vida de las personas.

El Tate Modern, inau- gurado recién el año 2000, es hoy el museo de arte contemporá­neo más importante del mundo, siendo visitado por más de seis millones de personas al año. A primera vista, uno podría pensar que ello sucede por su extraordin­aria colección de arte. Y eso es verdad. Pero hay mucho más. La clave, dice Morris, está en cómo el museo se inserta en la ciudad, en la sociedad. Cómo se convierte en un actor vivo y no es una suerte de mausoleo que preserva objetos de arte.

En ese sentido, son varios los logros de la Tate. El primero fue revitaliza­r una zona de Londres que estaba muy decaída y que hoy se ha convertido en uno de los espacios favoritos para vivir y trabajar. Esto pasa por conectar el museo, abrirlo a las necesidade­s de la gente. “Sabemos que nuestra competenci­a no son los otros museos, sino, por ejemplo, los centros comerciale­s, que hoy atraen mucho público”, indica Morris. Lo anterior significa abordar algunas cosas sencillas, como tener un buen restaurant­e o una buena tienda dentro del museo, por ejemplo. La gente tiene que sentir que va ir a pasar un rato agradable.

Además, el ambiente del museo tiene que ser adecuado. Un punto importante, a juicio de Francis Morris, es que tiene que ser amistoso con los niños. La idea es que sea un punto de encuentro familiar. “Nosotros incentivam­os mucho el juego, como una forma de interacció­n y creativida­d”, dice. También significa preocupars­e de la entretenci­ón. La Tate, como otros museos de Londres, el último viernes de cada mes, organiza verdaderas fiesta, con música en vivo y barras de licores en diferentes lugares. Es una fiesta que dura hasta la madrugada, donde la gente lo pasa bien en torno al arte.

Finalmente significa estar presente en los temas relevantes de la sociedad. Por ejemplo, para la votación del Brexit, un grupo de personas utilizó la fachada del museo para instalar diversos objetos que llamaban al Remain. Para qué hablar de los talleres educativos, que abundan. “El arte moderno es aquel que te invita a pensar. Y eso es la Tate, un lugar donde la gente va a pensar, a pasarlo bien, a confrontar ideas”, termina Morris.

Al final, los más de 700 asistentes a la conferenci­a se fueron con una idea: todavía tenemos mucho que aprender para ser desarrolla­dos. Y para eso no basta con ser ricos. También hay que ser cultos.

La directora del Tate Modern, dio una lección de cómo un país incorpora la cultura como un elemento clave para el desarrollo.

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