La Tercera

Alice Guy, la primera mujer del cine

Nacida en Francia y criada en Chile, Guy fundó el estudio más grande antes de Hollywood y filmó más de mil películas. Durante mucho tiempo a nadie le importó, pero hoy su figura es revalorada y el Festival de Valdivia le dedica una retrospect­iva.

- Por Rodrigo González M.

EN 1922, una mujer de 49 años y con dos hijos trata de ganarse la vida como puede en Niza, en la Costa Azul francesa. Lo suyo es el cine y así ha podido disfrutar de cierta fama y de bastante dinero al otro lado del Atlántico, en Nueva Jersey. Ahí, junto a su esposo y un tercer socio, manejó los estudios Solax, la compañía fílmica más grande de Estados Unidos antes de Hollywood. Allá también vio cómo este marido de bigote corto y ambiciones largas gastó las ganancias en un mal negocio y se enredó sentimenta­lmente con una de sus actrices. En medio de sus tropiezos, el señor Herbert Blaché dejó en bancarrota a todo el mundo, incluyendo a Alice Guy-Blaché, su esposa.

Separada de él por el océano y por las diferencia­s irreconcil­iables, la mujer que carga aún con el apellido de casada intenta darle cauce una y otra vez a su pericia en las películas, pero no hay resultados. Niza no es París y, ya en los años 20, Francia cede el terreno de centro fílmico mundial a Estados Unidos. Es posible que, tal como lo compruebe ella misma durante los próximos 46 años de su larga vida, nadie le reconozca demasiado su lugar en la historia.

Rescatada de las páginas de los anales del arte cinematogr­áfico en las últimas décadas, Alice Guy-Blaché es considerad­a actualment­e una de las indiscutib­les pioneras en el cine. La mala fortuna y la visión eminenteme­nte masculina de este arte la fueron relegando durante décadas a un pie de página que en rigor debería haber sido un capítulo fundamenta­l en la historia del cine. Además de ser la primera mujer cineasta, es probable que se haya adelantado además por unos meses a Georges Méliès (1861-1938), considerad­o el padre del cine narrativo moderno: hacia mayo de 1896, Guy-Blaché estrenó su cinta La fée aux choux (El hada de los repollos), fantasía sobre una mujer capaz de hacer aparecer niños desde los repollos. Durante el resto de su carrera, que se extendió en Francia desde 1896 a 1907 y desde 1910 a 1920 en Estados Unidos, Guy-Blaché dirigió más de 1.000 películas, a razón de una a la semana. En muchas de ellas, su nombre quedaba reducido o no aparecía. Esa, entre otras, es una de las razones de su olvido durante gran parte del siglo XX.

Nacida el 1 de julio de 1873 en el acomodado sector parisino de Saint-Mandé, Guy-Blaché tiene una conexión chilena: su padre era duematográ­fico, ño de una cadena de librerías en varias ciudades de Sudamérica, entre ellas Valparaíso, y la pequeña Alice se crió en nuestro país hasta 1879. Durante este año, aquel lazo centenario se reactivará con una muestra tributo que le dedicará el Festival de Cine de Valdivia, que se realiza entre el 9 y 15 de octubre.

“Estamos en el proceso de recopilar material de ella entre las cinemateca­s del mundo, pero ya el año pasado hicimos un tributo a Alice Guy durante la inauguraci­ón del festival”, explica Raúl Camargo, director del encuentro cinematogr­áfico de Valdivia. “Esto ha coincidido con la revaloriza­ción reciente de su figura en varias partes del mundo. Ella instala el cine en su forma narrativa tal como lo conocemos hoy y además es innovadora en las lógicas del diseño de producción. Además, los contenidos de sus obra estaban muy adelantado­s para su época y se nota en ellos una conciencia feminista bastante acusada”, agrega Camargo.

Buscando reconocimi­ento

La vida de Alice Guy-Blaché, quien tras crecer en nuestro país adquirió la nacionalid­ad chilena, se puede dividir en dos partes: en la primera logró instalarse como una de las madrinas del cine a través de una obra donde experiment­ó con la sincroniza­ción del sonido, el coloreo del blanco y negro o los elencos interracia­les; en la segunda parte de su existencia trató por todos los medios de que su nombre ocupara el lugar que merecía.

Guy-Blaché aprendió de cine mientras trabajaba como secretaria de Léon Gaumont, el fundador de la Compañía Gaumont, la más antigua del mundo. Tras ver en 1895 el cine- invento de los hermanos Auguste y Louis Lumière, le pidió a Gaumont que le dejara hacer películas en sus ratos libres. Así es cómo nació su primera cinta.

“Fue la primera productora ejecutiva en el cine y básicament­e ella hacía de todo. Era una mujer con mucha energía”, cuenta Alejandra Val Cubero, autora de Vida de Alice Guy-Blaché (2016). “El empresario Léon Gaumont ni siquiera se dignó mencionarl­a en sus escritos. Ella le enrostró que al narrar la historia de la compañía no consignara que haya sido la directora creativa de la compañía Gaumont durante 10 años”, agrega la autora española.

La biógrafa explica que Guy-Blaché escribió sus memorias en 1947, “pero nadie se las quería publicar porque pensaban que eran básicament­e las palabras de una loca. Ya con 86 años volvió a Estados Unidos con la intención de recuperar algunas de sus películas. Tenía conciencia absoluta que de que se habían pasado a llevar sus aportes”.

El primer gran reconocimi­ento al menos le tocó en vida, a los 82 años, cuando en 1955 su país natal le otorgó la Legión de Honor. Sin embargo, la vida profesiona­l de la mujer que aprendió español con la empleada de sus padres, se había repartido entre Francia y Estados Unidos. Aún faltaba que en el gran país del norte alguien supiera de ella y fue hasta allá donde se trasladó en 1965 con su hija Simone. Llegaron a Nueva Jersey, el estado que había acogido hace 60 años los estudios que construyó junto a su esposo. Pero era demasiado tarde: el 24 de marzo de 1968, Alice Guy-Blaché murió a los 95 años en una casa de reposo en la localidad de Wayne, a 27 kilómetros de los viejos estudios Solax.b

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FOTO: ARCHIVO. ►► Escena de Little rangers (1912), cinta hecha en EE.UU.

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