Los primeros 100 días de Donald Trump
Pese al fracaso del mandatario de EE.UU. en dos de sus principales promesas de campaña, su giro en política exterior podría ayudarlo a reforzar su debilitado frente interno.
Desde que el Presidente Franklin D. Roosevelt acuñara el concepto de los “100 primeros días” durante su mensaje radial de julio de 1933, cuatro meses después de asumir la presidencia de Estados Unidos, en medio de una de las mayores crisis económicas que ha enfrentado ese país, el término se instaló como una medida para evaluar el progreso de un gobierno. Decretar el éxito o fracaso de una administración a la luz de lo realizado en ese periodo resulta al menos injusto, considerando que en el caso de Estados Unidos, el periodo de gobierno se extiende por cuatro años. Sin embargo, sí sirve como barómetro para medir el nivel de avance y compromiso con las promesas de campaña y proyectar el rumbo que podría seguir. En ese sentido, pese a que el presidente Donald Trump ha insistido en calificar de “ridículo” ese estándar, estos poco más de tres meses de gobierno sí permitan comprobar que el mandatario no ha suavizado su discurso como algunos preveían, y se ha mantenido fiel a sus compromisos de campaña, con la clara excepción de la política exterior donde no ha duda en modificar su planteamiento inicial.
Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos prometiendo mayor proteccionismo y un endurecimiento de la política migratoria. Desde el primer día en la Casa Blanca cumplió con ese compromiso, primero retirando a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, TPP, y luego firmando una orden ejecutiva para limitar el ingreso a Estados Unidos de extranjeros provenientes de países de mayoría musulmana. Sin embargo, la disputa legal en que se enfrascó a causa de su decreto migratorio –y que probablemente llevará el caso a la Corte Suprema- dejó en evidencia las limitaciones que tendrá el mandatario para llevar a cabo muchas de las promesas anunciadas en la campaña. Estos obstáculos también se observaron a nivel político, a causa de las críticas de un sector de su propio partido a su reforma al Obamacare. A raíz de lo anterior, se vio obligado a retirar su propuesta del Congreso por falta de apoyo –pese a tener mayoría republicana en ambas cámaras- y se convirtió en el mayor revés en lo que va de su administración.
Pero al margen del fracaso en este periodo de dos de sus principales promesas y de ser el presidente con el más bajo respaldo popular a esta altura del gobierno en la historia de Estados Unidos, Trump ha sumado también un importante triunfo: la ratificación de su nominado a la Corte Suprema, lo que permite reforzar la línea conservadora del máximo tribunal. El rol decisivo de esa instancia para determinar la constitucionalidad de las normas en EE.UU. convierte a ese hecho en el logro más influyente a largo plazo de estos tres meses de gobierno. Si bien existe consenso en que son más los tropiezos que los logros que suma Donald Trump hasta ahora, el evidente pragmatismo mostrado en el plano internacional –con su decisión de atacar Siria y moderar su discurso hacia China- no solo prevé un mayor protagonismo del mandatario en política exterior, sino también adelanta una estrategia que podría ayudarlo a reforzar su frente interno.