La Tercera

Un grupo económico que dejó de serlo

El conglomera­do de la familia Edwards era uno de los mayores del país en los años 60 y 70. Construido al alero de un banco fundado en 1867, el grupo fue perdiendo vigor y diversific­ación tras la crisis de los 80.

- Por Víctor Cofré

AGUSTIN EDWARDS Ossandón dejó al morir, en 1878, un patrimonio que equivalía al 7,3% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, según ha calculado el historiado­r Ricardo Nazer Ahumada, un académico que se ha especializ­ado en historias empresaria­les y que lleva 15 años estudiando al clan Edwards. Ese Agustín Edwards, el primero de la dinastía, forjó la fortuna familiar sobre la base de actividade­s mineras y financiera­s. Fundó el Banco de A. Edwards en 1867 y a su muerte dejó numerosas propiedade­s a su familia.

A Agustín Edwards Ossandón le siguieron otros cuatro Agustines: Edwards Ross, Edwards Mac Clure, Edwards Budge y Edwards Eastman, quien falleció ayer, a los 89 años. La segunda y la tercera generación, según Nazer, perdieron gran parte del espíritu emprendedo­r de su antecesor y devinieron en rentistas, trasladand­o sus inversione­s desde la minería y las finanzas a las rentas agrícolas y urbanas. Al comenzar los años 20, Edwards Mac Clure volvió desde Europa y, junto a su único hijo, Agustín Edwards Budge, el cuarto Agustín de la dinastía, reformuló sus negocios: compró a sus hermanos su porción de El Mercurio, fundado en 1900, y se asoció a Anglo South American Bank en la propiedad del banco. Ambos transforma­ron el patrimonio familiar en un grupo económico moderno. Parte de ese conglomera­do, asegura Nazer, fue construido sobre la base de la Fundación Santa María, fundada con los dineros que legó Federico Santa María, un aristócrat­a que hizo fortuna comerciand­o materias primas y que falleció en 1928. No tuvo hijos y nombró a Agustín Edwards Mac Clure como uno de sus albaceas, con la misión de crear una universida­d y una fundación. Nazer dice que Agustín Edwards Mac Clure y su hijo supieron construir un grupo económico al estilo moderno empleando tres patri- monios: el de su familia, importante, pero disminuido; el de otros familiares cercanos, y el de la Fundación Santa María. Sin el control accionario mayoritari­o, concentrab­an apoyos para administra­r, desde el directorio, numerosas empresas que tenían propiedade­s diluidas. “Tuvieron la capacidad de superar la crisis asumiendo una nueva forma de gestión, el grupo económico, apostando a la industrial­ización, logrando con poco capital controlar un patrimonio equivalent­e al 3,62% del PIB de Chile de 1939”, escribe Nazer en una ponencia de 2016, que es un adelanto de una tesis doctoral que pretende publicar este año.

A fines de los años 30, los Edwards estaban en varios directorio­s e influían en muchas compañías, pero patrimonia­lmente no eran lo que habían sido antes, sostiene el historiado­r Nazer. “Mi tesis es que la gran fortuna de los Edwards se perdió en los años 20”, dice Nazer.

El tercer grupo del país

El joven abogado Ricardo Lagos Escobar publicó en 1961 un texto que se convirtió en referencia. Se tituló La concentrac­ión del poder económico, examinaba por primera vez el mapa empresaria­l local y listaba a 11 grupos que, a su juicio, conformaba­n el núcleo de la economía chilena. Todos se constituía­n alrededor de un banco. El tercero en importanci­a, después de los grupos banco Sud Americano y Banco de Chile, era el grupo Banco Edwards, un conglomera­do que Lagos definía como homogéneo, con personeros emparentad­os entre sí y dueño de un capital de 150 millones de escudos, la moneda de la época, que equivalía al 20,8% del total de los capitales sociales del país. “Es el más antiguo de todos, lo que demuestra su solidez, basada, repetimos, fundamenta­lmente en los vínculos familiares y en una tradición bien mantenida”, escribió el más tarde Presidente de la República. La investigac­ión de Lagos asignaba al grupo Banco Edwards empresas como El Mercurio, la Compañía de Cervecería­s Unidas (CCU), la Compañía Industrial, la Compañía de Refinería de Azúcar de Viña del Mar (Crav) y la asegurador­a Chilena Consolidad­a (ver infografía). El economista José Ramón Valente, socio de Econsult, cree que la predominan­cia de la banca en los grandes grupos de mediados del siglo pasado se debe al bajo desarrollo del mercado financiero. “Lo más escaso era el capital en ese tiempo”, opina.

Agustín Edwards Eastman, el quinto Agustín, asumió el mando de los negocios en 1956, tras la muerte fulminante de su padre, Agustín Edwards Budge, siguiendo la tradición de mayorazgo de la familia. El lideró los negocios de su familia en los últimos 60 años. Un período en el que el grupo dejó de ser un grupo.

Veinte años después del estudio de Ricardo Lagos, otro análisis de referencia, el Mapa de la extrema riqueza, de 1979, de Fernando Dahse, lo situaba en el quinto lugar del país, detrás de BHC (Javier Vial), Cruzat Larraín, Angelini y Matte. Según Dahse, tenía presencia accionaria en cerca de 40 sociedades, de las cuales controlaba 26. Pero su patrimonio era, ese tiempo, casi equivalent­e a su deuda, lo que influyó en su desmembram­iento final tras la crisis de 1982. En 1979, el grupo Edwards había vendido CCU y Ladeco al grupo de Manuel Cruzat.

El quinto Agustín, quien se había ido de Chile durante la Unidad Popular, ya dirigía todo. “Cuando regreso al país en el año 1975 llegué a hacerme cargo de los negocios de la familia, puesto que se quedaron mi madre y mis hermanos en el país”, dijo Edwards al juez Mario Carroza, en 2013.

La periodista Raquel Correa le preguntó a Agustín Edwards Eastman en el 2000 por qué se había quedado solo con El Mercurio tras dirigir tantas empresas. “Bueno, porque muchas otras nos quitaron, como el banco, que no recuperé; fundé otro...”, respondió.

El historiado­r Nazer menciona dos hitos del declive: la decisión del gobierno de Eduardo Frei Montal- va de arrebatar la dirección de la fundación Federico Santa María y la intervenci­ón, bajo el gobierno de la Unidad Popular, en 1972, del Banco de A. Edwards. El economista Rolf Lüders, ministro de Hacienda en 1982, atribuye parte del declive del grupo a los turbulento­s 70. “Mi impresión es que el grupo Edwards sufrió mucho en la época de la Unidad Popular y que tras las nacionaliz­aciones y las reprivatiz­aciones no fue capaz de volver a tener las mismas posiciones de antes”, afirma Lüders.

En la década de los 90, la familia Edwards terminó de vender casi todos los negocios no editoriale­s. En 1991 traspasó Chilena Consolidad­a, la asegurador­a impulsada en 1853 por Agustín Edwards Ossandón, al grupo Zurich. En 1994 vendieron la operadora de cable Intercom a CTC en US$ 55 millones de la época. Y en 1999, al terminar la década, aceptaron la oferta del grupo Luksic, que pactó la compra del 43% del Banco Edwards en US$ 244 millones. La familia tenía 16,5% y se quedó con unos US$ 90 millones.

Ricardo Nazer tiene otra reflexión asociada a la larga historia familiar del clan Edwards. “Este Agustín Edwards es el que menos herencia dejará a sus hijos”, concluye el historiado­r.

“Mi tesis es que la gran fortuna de los Edwards se perdió en los años 20”.

Ricardo Nazer Ahumada

Historiado­r

“El grupo Edwards sufrió mucho en la UP y no fue capaz de tener las mismas posiciones de antes”.

Rolf Lüders

Académico y ex ministro de Hacienda

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