La Tercera

Edwards y su vínculo con la CIA

Documentos y grabacione­s desclasifi­cadas detallan el encuentro que Agustín Edwards mantuvo con Richard Helms, el director de la CIA, en septiembre de 1970. Además, la investigac­ión de la Comisión Church, del Senado de EE.UU., señaló cuánto dinero le habrí

- Por Pedro Schwarze

EL sábado 12 de septiembre de 1970, pasado el mediodía, el entonces asesor de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, en medio del informe verbal que le entregaba al Presidente Richard Nixon (19691974) sobre la situación internacio­nal, le aseguró que “el gran problema hoy es Chile”. Habían pasado ocho días desde el triunfo de Salvador Allende y Nixon ya le pedía a Kissinger “una evaluación de las opciones disponible­s” para evitar que el político socialista se instalara en La Moneda.

A continuaci­ón, Kissinger le informó dramáticam­ente: “Agustín Edwards ha huido, y llega aquí el lunes. Me voy a reunir con él, el lunes, para conocer su versión de la situación”. Nixon entonces respondió con cautela ante ese encuentro, consideran­do, tal vez, que se trataba de un empresario periodísti­co: “No queremos que se filtre un gran artículo respecto de que estamos tratando de derrocar al gobierno”.

Se trata de una de las primeras menciones más destacadas del dueño de El Mercurio en transcripc­iones de las conversaci­ones de la Casa Blanca y documentos de la CIA que han sido desclasifi­cados a lo largo de los años. Y si bien las primeras veces que esos documentos vieron la luz estaban casi completame­nte censurados, para proteger la identidad de Edwards, con el correr de los años esas tachaduras negras fueron siendo reducidas y dejaron al descubiert­o el rol del empresario chileno en las acciones del Ejecutivo norteameri­cano en contra del gobierno de la Unidad Popular.

Según la historia reconstrui­da a través de esos documentos, la mañana del lunes 14 de septiembre de 1970, Agustín Edwards se reunió a tomar desayuno con Kissinger, tras lo cual el asesor de Seguridad Nacional llamó al director de la CIA, Richard Helms, y le dijo: “Edwards está aquí”.

El encuentro de Helms con Edwards se llevó a cabo en el Hotel Madison, en el centro de Washington. En la cita, según señalan los documentos, ambos hablaron de la posibilida­d de un golpe en Chile. El chileno le pidió a la CIA que hiciera algo para evitar que Allende llegara a la Presidenci­a, entregó informació­n sobre qué miembros de las Fuerzas Armadas chilenas podrían participar en un golpe de Estado y habló de sus preocupaci­ones sobre el alcance del eventual apoyo de Estados Unidos ante una asonada. De esta forma contó que antes de viajar a Estados Unidos se había reunido con el general Camilo Valenzuela, que luego participar­ía en la operación en la que murió el jefe del Ejército, René Schneider.

También entregó detalles concretos de los comandante­s de todas las ramas uniformada­s, el número de tropas que controlaba­n y cuánto les costaría movilizarl­os contra el gobierno civil. Además, el dueño de El Mercurio mencionó nombres de políticos que “aún tienen buenos contactos con los militares”, como los dirigentes del Partido Nacional Sergio Onofre Jarpa y Francisco Bulnes.

Agustín Edwards describió al Presidente saliente Eduardo Frei Montalva como “alguien que habitualme­nte colapsa bajo presión”, y sostuvo que es “indeciso, siempre vacilando, siempre esperando que ‘otro dé el primer paso”. Así, se aventuró en sostener que ante un golpe de Estado, Frei “probableme­nte se acobardará en el último minuto”, detallan los desclasifi­cados.

Narró también a Helms la reunión secreta entre Frei y el ex Presidente y candidato de la derecha Jorge Alessandri, quien había obtenido 40 mil votos menos que Allende. En ese encuentro se habría discutido la posibilida­d de que la Democracia Cristiana le entregara en el Congreso la Presidenci­a no a Allende, sino a Alessandri, pero que éste renunciara a la jefatura de Estado para que se convocara a nuevas elecciones donde pudiese competir el mismo Frei. En el memo de la CIA se habla de este plan como “la solución constituci­onal”, pero da a entender que Edwards prefería otra salida.

Al día siguiente de ese encuentro, Nixon dijo que la elección de Allende “era inaceptabl­e”, por lo que ordenó al director de la CIA iniciar acciones encubierta­s para “hacer gritar a la economía para salvar a Chile” y gatillar un golpe de Estado que evite el ascenso de Salvador Allende a la Presidenci­a.

La reunión terminó ahí, pero la relación entre la CIA y Edwards se mantuvo en el tiempo. Tanto así, que en septiembre de 1971 se aprobó la entrega, por parte de la agencia, de US$ 700.000 a El Mercurio, y en abril de 1972 se dio luz verde al traspaso de US$ 965.000, para que el diario pudiese “sobrevivir” a la presión del gobierno de Allende. Así aparece consignado en el informe de la Comisión Church, el comité del Senado de Estados Unidos que investigó en 1975 la intervenci­ón norteameri­cana en Chile.

En su declaració­n judicial ante el juez Mario Carroza en 2013, en el caso sobre los promotores del golpe de Estado, Edwards, sin embargo, negó las versiones entregadas en los documentos desclasifi­cados de Estados Unidos. Si bien reconoce haberse reunido con Richard Helms y Henry Kissinger, desmiente que en la reunión se hubiera discutido sobre un eventual golpe. “En ningún caso se pensaba en un golpe de Estado o algo parecido, ni menos en un financiami­ento al diario El Mercurio”, sostuvo el empresario, quien insistió que nunca recibió dineros de la CIA.

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FOTO: AP Richard Helms, el ex director de la CIA y entonces embajador en Irán, conversa con Nixon en la Casa Blanca, en 1973.
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Documento “Discusión de la situación política chilena”.
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“Solución constituci­onal” a la elección de Allende.
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EE.UU. reconocerí­a un gobierno golpista.
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Tiempo para una posible acción militar.

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