La Tercera

El piñerismo aproblemad­o

- Álvaro Pezoa Ingeniero Comercial y Doctor en Filosofía

BAJADA de Ricardo Lagos a la candidatur­a a la Presidenci­a de la República gatilló de paso una mini crisis en la derecha, que el presidente de RN no dudó en calificar como “un autogol”. En síntesis, la presidenta de la UDI, y el generalísm­o de la campaña presidenci­al de Sebastián Piñera, ante el hecho antes aludido se apuraron en poner en duda la necesidad de llevar a cabo la elección primaria convenida previament­e entre los partidos de Chile Vamos. La razón esgrimida para este eventual cambio fue la modificaci­ón del escenario en la Nueva Mayoría. Tras ella se ha dejado entrever una motivación más de fondo: la de evitar un acto eleccionar­io donde podrían concurrir pocos votantes, produciénd­ose como efecto asociado el debilitami­ento de las posibilida­des del candidato que lo gane y, de paso, el de los partidos que lo apoyan. No resulta aventurado pensar, además, que algunos alberguen al menos una preocupaci­ón adicional, esto es, que la confrontac­ión entre los precandida­tos pueda dañar la posición de Piñera, quien hoy aparece encabezand­o todas las encuestas y, en opinión extendida, se estima que ganará ampliament­e la contienda interna de su alianza.

El impasse generado fue zanjado finalmente por el propio expresiden­te, quien señaló que habrá elecciones primarias. Sin embargo, este suceso deja la sensación de que el piñerismo se encuentra realmente aproblemad­o. Primero, porque en el escenario actual, realizar una primaria parece constituir un insoslayab­le factor de legitimida­d ante la ciudadanía para quien aspire a representa­r a Chile Vamos en la elección presidenci­al, más todavía si se tiene en considerac­ión que existen otros dos candidatos empeñados en dirimir sus posibilida­des con Piñera. Segundo, porque realmente existe un riesgo potencial de que la alianza movilice pocos electores para la instancia del 2 de julio, trayendo consigo las consecuenc­ias presagiada­s, pues no existe tradición de efectuarla­s ni el sector ha mostrado ser fácil de convocar. Tercero, porque la campaña puede ser muy dura y especialme­nte perjudicia­l para el precandida­to que corre con el favoritism­o, que posee indudables fortalezas pero, como es sabido, también evidentes flancos débiles. Tercero, y debido a lo recién expuesto, porque existe cierto espacio abierto para la sorpresa, esto es, que se den unos resultados bastante más estrechos que los esperados por el comando del exmandatar­io, lo que también sería signo de un menor potencial de su opción. Ossandón y F. Kast pueden ser mejores contendore­s que lo que hasta ahora se da por sentado públicamen­te por personeros cercanos al expresiden­te. Pareciera que él tendría más que perder que ganar en esta etapa. Por último, porque aun venciendo en julio, sin contar el escollo que obviamente implicará ganar a sus opositores de izquierda, Piñera deberá derrotar también a José Antonio Kast quien cuenta con atributos que lo pueden hacer particular­mente atractivo para los electores de derecha y centro, tanto en el plano de las ideas y principios que defiende como en el de la imagen de coherencia, transparen­cia y probidad que su persona proyecta. Elementos que podrían verse reforzados fruto de una doble condición: de una parte, un candidato Piñera que haya enfrentado previament­e una disputada primaria y, de otra, la evidente mayor exposición en los medios de comunicaci­ón que gozará J. A. Kast tan pronto se inicie la recta decisiva de las presidenci­ales 2017.

No está fácil resolver este complejo puzzle. Se dilucidará en julio o en noviembre. Está por verse cuándo y cómo.

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