‘LA’ OPORTUNIDAD
Sin rivales, luego de que se bajó Buenos Aires, Santiago tiene servida su elección como sede de los Juegos Panamericanos de 2023. Después de la sangrienta disputa con Lima hace cuatro años por la sede de 2019, donde la candidatura de nuestro país apenas pudo superar al villorrio de La Punta en Argentina y Ciudad Bolívar en Venezuela, siendo aplastados por los peruanos, el azar nos regala una nueva oportunidad.
Ya renunciamos dos veces (1975 y 1987), y esas renuncias, la primera por motivos políticos y económicos atendibles, la segunda una decisión precipitada y cortoplacista, le costaron muy caro a nuestro deporte.
Esta vez, con la carrera ganada antes de salir de los tacos, evitando de antemano gastar toda la energía que significa convencer a los países miembros de la Odepa, Chile tiene tiempo y tranquilidad para planificar unos Juegos Panamericanos ejemplares.
Hay lecciones recientes que no se pueden soslayar: el despilfarro que vivimos en los Odesur, los elefantes blancos que se construyen en eventos similares para luego quedar abandonados, los gastos excesivos en infraestructura sobrevalorada, acaso inútil.
Es el momento de transformar el Estadio Nacional en un gran centro polideportivo. Modernizar toda su infraestructura y dejar cada escenario (piscina, canchas de béisbol, patinódromo, court de tenis, estadio Mario Recordón) de primer nivel. También darle un nuevo destino al antiguo velódromo, hoy espacio vacío donde se podría construir un magnífico gimnasio para el balonmano, por ejemplo. Lo mismo el coliseo central; hacer la remodelación definitiva, que perdure. No como las últimas, que han envejecido prematuramente.
Pero lo más importante, más allá de las obras que quedan para el país, es el hito cultural y social que significan. Cómo la presencia de estrellas de categoría mundial se transforman en ejemplo y espejo para los espectadores, especialmente los niños. Cómo unos Panamericanos pueden ser un disparador histórico, un verdadero salto en la difusión de más de 40 disciplinas, muchas de ellas, con pocas o nulas posibilidades de ser difundidas y apreciadas mientras de disputan a máximo nivel.
Con los Juegos Panamericanos de 2023, habrá un antes y un después en el deporte chileno.
Por eso, Divina Providencia, tenemos un regalo del cielo. A no desaprovecharlo.