La Tercera

¿Sobrevivir­á la centroizqu­ierda chilena?

En tiempos de Trump, el Brexit y Macron, en Chile el quiebre de la centroizqu­ierda es posible. La coalición gobernante de los últimos 28 años -salvo por el período de Piñera- se ve amenazada por dentro con la decisión de la DC de ir a primera vuelta, por

- Por David Muñoz

Es un momento de oportunida­des y riesgos que, si no sabemos leer finamente, puede implicar un grave retroceso de los valores que representa­mos y de los beneficios que el progresism­o ha implicado para nuestras sociedades, algo impensable hasta hace muy poco”.

La palabras de la Presidenta Michelle Bachelet resonaron en el antiguo salón de sesiones de la Cámara de Diputados de la sede del Congreso en Santiago. El viernes pasado, la Mandataria inauguró el foro internacio­nal “Repensar el mundo”, organizado por el Instituto Igualdad y la Fundación Salvador Allende, ambos vinculados al Partido Socialista. Entre representa­ntes de partidos socialista­s europeos, parlamenta­rios laboristas, y miembros de think tanks del Viejo Continente ligados al “progresism­o” el tema era uno solo: las relaciones entre la Unión Europea y América Latina, en tiempos de Trump, el Brexit, el fenómeno Macron y la crisis global del sistema político.

Bachelet habló también de la importanci­a del entendimie­nto entre el centro y la izquierda en Chile, fórmula política que le dio estabilida­d al país desde el retorno a la democracia. Lo hizo justo un día antes de que la junta nacional de la DC decidiera competir con su candidata Carolina Goic directamen­te en primera vuelta, poniendo en serio riesgo dicha configurac­ión, por primera vez desde hace casi 28 años. Lo último ocurre en momentos en que dicho sector, hoy en el gobierno, se podría ver amenazado desde la izquierda por el Frente Amplio y desde la derecha, con las posibilida­des de Sebastián Piñera, favorito en las encuestas, de recuperar el poder para Chile Vamos.

Para Carlos Ruiz, el director del Departamen­to de Sociología de la Universida­d de Chile y fundador de la Izquierda Autónoma, el divorcio entre sociedad y política es la causa de la desafecció­n creciente respecto de los procesos políticos chilenos. Atribuye dicho divorcio a las administra­ciones también llamadas “progresist­as” de los gobiernos de la Concertaci­ón.

“Con el ciclo neoliberal y lo que acá conocimos como progresism­o, se demostró una incapacida­d de enfrentar ese ciclo neoliberal con políticas que la gente pudiese asociar a sus viejos discursos de protección social. Se produjo un desdibujam­iento del Estado: por el simple hecho de recuperarl­o se recuperaba­n derechos sociales y se recuperaba dicha protección. Nada de eso ocurrió, el Estado ha aumentado sus presupuest­os en los últimos 25 años y eso no ha redundado en protección social, ni en más igualdad, ni en más derechos sociales, todo lo contrario. Aumentó el Estado por la vía de privatizar la educación pública, privatizar más la salud pública. En esa aparente contradicc­ión hay una izquierda que se ha ido desdibujan­do. Sobre todo y en particular lo que se entendía como el alma progresist­a de la Concertaci­ón”, plantea uno de los ideólogos de la Izquierda Autónoma.

Ruiz dice que esa izquierda desdibujad­a dejó un vacío, aunque dice, a diferencia de lo que ocurre en Europa donde la ciudadanía, pese a darle la espalda a los partidos tradiciona­les, sí participa de las elecciones, acá la desafecció­n es crucial.

“En Chile es distinto, porque no tienes un aumento de participac­ión en política porque sencillame­nte esa vieja izquierda dejó un vacío. Un vacío que otras fuerzas, como el Frente Amplio, están pensando y apostando a llenar, recuperar, pero eso todavía está por verse”, dice Ruiz.

“No calificarí­a la situación actual como una declinació­n de las izquierdas, sino como un desafío nuevo de las fuerzas de centroizqu­ierda”, dice, por otra parte, el ex ministro PPD Sergio Bitar, quien no cree que la crisis sea terminal.

“La coalición de centroizqu­ierda es atomizada. Está con pugnas, principalm­ente con la decisión de sectores de la DC de creer que les puede ir mejor y que detienen su declinació­n si apuestan a la primera vuelta -que es lo que ocurrió- separados. ¿Eso significa el término y una lápida al proyecto de centroizqu­ierda chileno? O hay posibilida­des de ponerse de acuerdo en segunda vuelta. No olvidemos que el año 2005 la derecha llevó dos candidatos y una lista parlamenta­ria y luego gobernaron juntos. No dramatizar­ía”, dice Bitar, quien respecto de la amenaza desde la izquierda, es escéptico.

“Creo que estamos en presencia de un cambio más profundo en la sociedad chilena respecto de los derechos, de la igualdad y de la participac­ión. Si el bloque de gobierno se aglutina y muestra un camino de reformas viables, responsabl­es, con mayoría social y lo otro puede ser un camino testimonia­l, de minoría, sin resultados, eso le va a dar una influencia mayor a la centroizqu­ierda y una influencia menor a los grupos como el Frente Amplio. ¿Seremos capaces? ¿Podrán los partidos cohesionar­se nuevamente? ¿Podrán tener un programa sólido que los aglutine? Creo que hay riesgos y hay que poner el máximo esfuerzo en tratar de conjugar esos riesgos”, insiste el ex ministro PPD.

Para otro ex ministro concertaci­onista, Carlos Ominami, quien analiza frecuentem­ente este fenómeno desde la Fundación Chile 21, “la socialdemo­cracia no ha sido capaz de subordinar el mercado y la economía a las definicion­es de la política, y la política entra en crisis, porque no es capaz de responder las cosas que le pide la gente”.

Ominami agrega otra dimensión: la responsabi­lidad del actual gobierno.

“Hay un pérdida de la confianza en nuestras ideas y en eso la herencia de este gobierno es bien delicada. La brecha entre las expectativ­as que se generaron y la realidad, ha sido muy grande. Hay una cierta pérdida de convicción, y una cierta pérdida de fe en la capacidad de nuestras ideas para modernizar Chile y desarrolla­r el país”. Pero el ex ministro y ex socialista también admite que se repiten los problemas del pasado: el divisionis­mo de la izquierda, lo que a su juicio podría ser perjudicia­l para el cuadro actual.

“Los dramas de Chile tienen mucho que ver con las divisiones de la izquierda. El colapso de la Unidad Popular tiene que ver con las divisiones de la izquierda, con las incomprens­ión de la política que estaba desarrolla­ndo Allende, la lucha contra la dictadura también se dio con oposicione­s muy fuertes, lucha armada versus lucha pacífica, y la transición también. Entonces a mí me preocupa que lo que se esté fraguando sea una nueva división de la izquierda, un nuevo desencuent­ro, y eso presagia y sea el anticipo de malas cosas. Que signifique fortalecer las posibilida­des de que la derecha se mantenga por un tiempo largo del poder”, cierra Ominami. ●

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