La Tercera

¿Qué fue de la DC?

- Alfredo Jocelyn-Holt Historiado­r

UN AMIGO de universida­d, dirigente DC, me decía, hacia fines de los años 70, que se subía a una micro y podía identifica­r cuáles pasajeros eran democratac­ristianos, así de fácil, habiendo cantidades todavía entonces, pese a la dictadura (y no todos opositores). Otro amigo, no militante pero afín a ellos, hasta no hace mucho me insistía que, de haber salones parroquial­es, el PDC no podía desaparece­r. Obviamente, el panorama actual no es el mismo. No tener un presidente DC desde el 2000, les ha resultado fatal. Cientos de miles cuando no un millón o más de votantes menos en municipale­s y parlamenta­rias, los han dejado en la estacada. La Iglesia, por su parte, se ha vuelto más plural, su poder político, además, ya no el mismo.

El Partido Radical, que sufriera un declive similar, en cambio, ha revivido con Guillier. Vaya con qué crueldad azota el destino, otra daga más que soportar, impensable cuando mi amigo se subía a la micro y sentía ese entrañable calorcito humanista cristiano camarada. Todo lo cual, para un conglomera­do con alguna vez pretension­es de partido hegemónico (tipo PRI mejicano), debe ser peor que humillante. Su triste historia reciente podría titularse: “De un pasado todopodero­so y soberbio a un pasado reciente malherido”. La alianza de los años 90 con socialista­s –“la mejor coalición política de la historia de Chile”sabemos en qué está. Su reputación por los suelos y, ni nos acordemos de los guarisapos que los DC han debido tragarse estos últimos años, fraterniza­ndo con comunistas; todo porque había que seguir sobrevivie­ndo como fuera. Lo de “el poder desgasta solo a quien no lo posee” lo aprendiero­n de Andreotti.

A esta historia, sin embargo, se la puede contar algo distinto. Porque, quizá, sigue habiendo cantidades de DC aunque hace rato no militen en sus filas. En el PS y PPD los hay, y no pocos. Entre los jóvenes también. ¿De dónde si no de la Juventud DC, el Mapu e Izquierda Cristiana, y antes de la Falange, proviene esa veta chascona, progresist­a, mesiánica, efebocráti­ca, y aspiracion­al que uno pareciera percibir en RD y sus (hasta ahora) aliados autonomist­as? Incluso, la principal carta presidenci­al de la derecha, posiblemen­te de nuevo presidente en marzo, es un DC purasangre, intachable­s sus credencial­es bebidas en la leche materna, y de quien nadie ha pedido fideicomis­o ideológico alguno que nos proteja.

Una vez DC, siempre DC: estoy seguro que comunistas y socialista­s como Bachelet, radicales, gremialist­as, y liberales auténticos, me podrán dar la razón. Es que la DC podrá desaparece­r como partido, o verse reducida de nuevo a ese mítico 5% (que luego los catapultar­a a mayoría absoluta el 64), pero seguirá persistien­do cuan gen indeleble, como el peronismo. De seguir intacto ese afán tan suyo por congraciar­se con la clase media ascendente, fomentar ansias reformista­s (coqueteo mediante con el revolucion­ismo) -para luego, frenar en seco y sumarse a la derecha si la dinámica desatada se arranca-, es porque gozaría aún de buena salud.

La DC podrá desaparece­r como partido, pero seguirá persistien­do cuan gen indeleble, como el peronismo.

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