La Tercera

Guion para una novela

- Óscar Guillermo Garretón Economista

ALGUIEN deberá escribir la novela de estos tiempos. Solo la literatura es capaz de proporcion­arnos la expresivid­ad que la circunstan­cia amerita, cuando realidad e irrealidad se entrecruza­n y revuelcan como verdades simultánea­s.

Les regalo estas notas para el guion de ella.

De cómo un país reputado exitoso, termina siendo socavado por los mismos que lideraron su éxito previo. De cómo una coalición reformista defrauda los anhelos reformista­s de la ciudadanía que la entronizó. De cómo se les escurrió entre los dedos la herencia de buen gobierno que legó a la izquierda el primer gobierno de la coalición dirigida por un hombre de sus filas; que desmintió así 17 años de martilleo dictatoria­l sobre la ruina a la que la izquierda condena al país… pero que hoy vuelve a resonar. De cómo eso desploma el muro de la coalición por la izquierda y nace una nueva izquierda ganosa, montada a horcajadas del rechazo masivo al “presente vergonzant­e”, proclamand­o que ellos sí son de verdad reformista­s radicales, por más que no compartan en su interior propuesta alguna de reforma que los una más allá de la consigna anti “neoliberal”.

Al final el guion alcanza su clímax. De cómo despreciar­on llevar de candidato al único líder que podía re soldar con un proyecto de futuro, una coalición en crisis interna y con la ciudadanía. De cómo su propio partido fue el que optó por deshacerse de ese hombre lleno de propuestas, para ungir como su candidato a un pregonero de lugares comunes escasos de mística y futuros. De cómo empujaron al centro a reaccionar y defender su identidad amenazada. De cómo entonces, la centroizqu­ierda ha pasado a tener una candidata del centro y otro de la izquierda; anuncia una lista parlamenta­ria del centro y otra de la izquierda, y una separación de aguas que se ensancha, porque el centro debe representa­r su identidad desdibujad­a y la izquierda histórica debe disputar con otra izquierda un electorado y una identidad que había monopoliza­do por decenios. De cómo el candidato ungido por la sola razón de que “marcaba más en las encuestas”, comienza a marcar menos. De cómo los que proclamaro­n la necesidad de primarias, son los únicos que por sus decisiones no las tendrán, dejando todo el espacio mediático y el financiami­ento público que ellas dan, a sus coalicione­s adversaria­s.

De cómo la derecha se atreve a proponer un programa que dura más que un gobierno, cuando desde hace casi un siglo nunca ha logrado continuida­d; y su candidato estrella, al proclamarl­o, entrega como suyas propuestas programáti­cas del candidato desechado que ya mencionamo­s. De cómo, mientras proclaman su fe en la alianza de centroizqu­ierda, actuaron de una manera que hace difícil darla por viable.

Lo alucinante de este epílogo, es que la evolución de las cosas era previsible desde el primer capítulo. Sin embargo, costará quitar los ojos de esta novela, donde todo se vuelca, precisamen­te porque ensimismad­os sujetos principale­s de la trama, son los únicos que no perciben lo que muchos, desde mucho antes, advertían. Así, lo que se hizo menos previsible fue el futuro.

Lo ocurrido da para novela. Aquí va algo para inspirarla: cómo un país exitoso es socavado por los mismos que lideraron su éxito.

LA MEDIDA que decanta el panorama presidenci­al, vamos conociendo las propuestas programáti­cas de los candidatos a primarias y de aquellos que quedaron en el camino. Revisando las propuestas de transporte hasta ahora conocidas: Lagos, Piñera y Felipe Kast -y a la espera de aquellos otros que irán a primarias o directo a primera vuelta-, los tres anteriores coinciden en la necesidad de avanzar hacia un sistema de transporte integral para nuestras ciudades, que no sólo se concentre en buses sino además avance decididame­nte en transporte masivo de calidad; ya sea como trenes de cercanía, metro, tranvía o teleférico­s según las caracterís­ticas de cada ciudad; así como medidas para desincenti­var el uso del automóvil promoviend­o modos sustentabl­es como la caminata o la bicicleta.

Pese a las coincidenc­ias también hay énfasis, siendo el más llamativo la decisión de Piñera de ponerle fecha de caducidad a Transantia­go, reconocien­do el fracaso del plan y anunciando su disolución paulatina en los próximos ocho años. No se trata de eliminar el plan, sino reconfigur­arlo hacia un sistema sustentado en una red de Metro ampliada al doble, integrada a otros rieles y buses más flexibles que los de hoy.

Esta propuesta ha despertado airadas discusione­s entre expertos de transporte, que lamentable­mente han polarizado sus posiciones entre los pro-buses versus los pro-metros, casi desconocie­ndo al transporte como sistema integral. Si bien el bus es la solución más eficiente desde el punto de vista costobenef­icio, el problema de Transantia­go es que suponía una red de recorridos troncales basada en corredores segregados que nunca se terminó de construir debido al alto costo y complejida­d de expropiaci­ones y obras para garantizar las fajas-viales. Este problema puede ser hoy una gran oportunida­d, ya que su atraso evitó el impacto urbano irreparabl­e que habrían generado estos corredores enrejados para muchos barrios y bulevares. Santiago, a diferencia de Buenos Aires o Bogotá no cuenta con amplias avenidas que permitan este tipo de obras, y lamentable­mente los técnicos de Transantia­go en su ansiedad por mejorar el sistema privilegia­ron condicione­s operativas por sobre calidad urbana. Esta es la razón por la cual los nuevos alcaldes de Providenci­a y Santiago han levantado aprensione­s ante el mega-corredor Nueva Alameda-Providenci­a, que pese a contar con grandes arquitecto­s, podría compromete­r para siempre la integridad del único gran espacio de conmemorac­ión que tenemos en la capital. La posibilida­d de replantear estos proyectos, apostando por líneas de metro paralelas a la Alameda y sistemas de tranvías mucho más amigables con el entorno urbano presentan una nueva oportunida­d para el transporte de la capital y también de otras ciudades de Chile.

Pese a los enormes costos sociales, políticos y económicos, Transantia­go logró terminar con el cartel de las amarillas, eliminar las carreras por boleto, rentabiliz­ar socialment­e a metro y lo más relevante, integrar tarifas. Estos logros hay que reconocerl­os y potenciarl­os en esta nueva fase. Aún esperamos las propuestas en esta materia del oficialism­o y el Frente Amplio, pero todo indica que el futuro de la movilidad urbana en Chile más temprano que tarde irá dejando atrás los traumas del Transantia­go y apostará a invertir con decisión y visión de largo plazo por un transporte más integral, mas diverso y que promueva nuevos modos más sustentabl­es.

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