Guion para una novela
ALGUIEN deberá escribir la novela de estos tiempos. Solo la literatura es capaz de proporcionarnos la expresividad que la circunstancia amerita, cuando realidad e irrealidad se entrecruzan y revuelcan como verdades simultáneas.
Les regalo estas notas para el guion de ella.
De cómo un país reputado exitoso, termina siendo socavado por los mismos que lideraron su éxito previo. De cómo una coalición reformista defrauda los anhelos reformistas de la ciudadanía que la entronizó. De cómo se les escurrió entre los dedos la herencia de buen gobierno que legó a la izquierda el primer gobierno de la coalición dirigida por un hombre de sus filas; que desmintió así 17 años de martilleo dictatorial sobre la ruina a la que la izquierda condena al país… pero que hoy vuelve a resonar. De cómo eso desploma el muro de la coalición por la izquierda y nace una nueva izquierda ganosa, montada a horcajadas del rechazo masivo al “presente vergonzante”, proclamando que ellos sí son de verdad reformistas radicales, por más que no compartan en su interior propuesta alguna de reforma que los una más allá de la consigna anti “neoliberal”.
Al final el guion alcanza su clímax. De cómo despreciaron llevar de candidato al único líder que podía re soldar con un proyecto de futuro, una coalición en crisis interna y con la ciudadanía. De cómo su propio partido fue el que optó por deshacerse de ese hombre lleno de propuestas, para ungir como su candidato a un pregonero de lugares comunes escasos de mística y futuros. De cómo empujaron al centro a reaccionar y defender su identidad amenazada. De cómo entonces, la centroizquierda ha pasado a tener una candidata del centro y otro de la izquierda; anuncia una lista parlamentaria del centro y otra de la izquierda, y una separación de aguas que se ensancha, porque el centro debe representar su identidad desdibujada y la izquierda histórica debe disputar con otra izquierda un electorado y una identidad que había monopolizado por decenios. De cómo el candidato ungido por la sola razón de que “marcaba más en las encuestas”, comienza a marcar menos. De cómo los que proclamaron la necesidad de primarias, son los únicos que por sus decisiones no las tendrán, dejando todo el espacio mediático y el financiamiento público que ellas dan, a sus coaliciones adversarias.
De cómo la derecha se atreve a proponer un programa que dura más que un gobierno, cuando desde hace casi un siglo nunca ha logrado continuidad; y su candidato estrella, al proclamarlo, entrega como suyas propuestas programáticas del candidato desechado que ya mencionamos. De cómo, mientras proclaman su fe en la alianza de centroizquierda, actuaron de una manera que hace difícil darla por viable.
Lo alucinante de este epílogo, es que la evolución de las cosas era previsible desde el primer capítulo. Sin embargo, costará quitar los ojos de esta novela, donde todo se vuelca, precisamente porque ensimismados sujetos principales de la trama, son los únicos que no perciben lo que muchos, desde mucho antes, advertían. Así, lo que se hizo menos previsible fue el futuro.
Lo ocurrido da para novela. Aquí va algo para inspirarla: cómo un país exitoso es socavado por los mismos que lideraron su éxito.
LA MEDIDA que decanta el panorama presidencial, vamos conociendo las propuestas programáticas de los candidatos a primarias y de aquellos que quedaron en el camino. Revisando las propuestas de transporte hasta ahora conocidas: Lagos, Piñera y Felipe Kast -y a la espera de aquellos otros que irán a primarias o directo a primera vuelta-, los tres anteriores coinciden en la necesidad de avanzar hacia un sistema de transporte integral para nuestras ciudades, que no sólo se concentre en buses sino además avance decididamente en transporte masivo de calidad; ya sea como trenes de cercanía, metro, tranvía o teleféricos según las características de cada ciudad; así como medidas para desincentivar el uso del automóvil promoviendo modos sustentables como la caminata o la bicicleta.
Pese a las coincidencias también hay énfasis, siendo el más llamativo la decisión de Piñera de ponerle fecha de caducidad a Transantiago, reconociendo el fracaso del plan y anunciando su disolución paulatina en los próximos ocho años. No se trata de eliminar el plan, sino reconfigurarlo hacia un sistema sustentado en una red de Metro ampliada al doble, integrada a otros rieles y buses más flexibles que los de hoy.
Esta propuesta ha despertado airadas discusiones entre expertos de transporte, que lamentablemente han polarizado sus posiciones entre los pro-buses versus los pro-metros, casi desconociendo al transporte como sistema integral. Si bien el bus es la solución más eficiente desde el punto de vista costobeneficio, el problema de Transantiago es que suponía una red de recorridos troncales basada en corredores segregados que nunca se terminó de construir debido al alto costo y complejidad de expropiaciones y obras para garantizar las fajas-viales. Este problema puede ser hoy una gran oportunidad, ya que su atraso evitó el impacto urbano irreparable que habrían generado estos corredores enrejados para muchos barrios y bulevares. Santiago, a diferencia de Buenos Aires o Bogotá no cuenta con amplias avenidas que permitan este tipo de obras, y lamentablemente los técnicos de Transantiago en su ansiedad por mejorar el sistema privilegiaron condiciones operativas por sobre calidad urbana. Esta es la razón por la cual los nuevos alcaldes de Providencia y Santiago han levantado aprensiones ante el mega-corredor Nueva Alameda-Providencia, que pese a contar con grandes arquitectos, podría comprometer para siempre la integridad del único gran espacio de conmemoración que tenemos en la capital. La posibilidad de replantear estos proyectos, apostando por líneas de metro paralelas a la Alameda y sistemas de tranvías mucho más amigables con el entorno urbano presentan una nueva oportunidad para el transporte de la capital y también de otras ciudades de Chile.
Pese a los enormes costos sociales, políticos y económicos, Transantiago logró terminar con el cartel de las amarillas, eliminar las carreras por boleto, rentabilizar socialmente a metro y lo más relevante, integrar tarifas. Estos logros hay que reconocerlos y potenciarlos en esta nueva fase. Aún esperamos las propuestas en esta materia del oficialismo y el Frente Amplio, pero todo indica que el futuro de la movilidad urbana en Chile más temprano que tarde irá dejando atrás los traumas del Transantiago y apostará a invertir con decisión y visión de largo plazo por un transporte más integral, mas diverso y que promueva nuevos modos más sustentables.