La Tercera

Piñera: No existe el riesgo cero

- Carlos Correa Bau

HPor ASTA ahora pareciera que le ha salido todo bien al ex presidente Piñera en su nueva aventura por llegar a La Moneda. La inauguraci­ón del comando y la nueva imagen corporativ­a, sospechosa­mente parecida a la estrella del SI en el plebiscito que buscaba perpetuar a Pinochet en el poder, fue un acierto en los medios. Como regalo del cielo tuvo la visita inesperada del ex ministro Pacheco, que pareciera que fue a tomar clases sobre cómo lograr que un ex presidente llegue a primarias. El contraste del desastre de la Nueva Mayoría con el cuidadoso diseño de presentaci­ón en sociedad del neopiñeris­mo salió perfecto.

Piñera ha trabajado concienzud­amente para este momento y ha tratado de minimizar todos los riesgos posibles. Puso sus bienes en un fideicomis­o más ciego que el anterior, aunque tendrá las mismas sospechas. Logró meter en la primaria a su Salieri, el senador Manuel José Ossandón, colocándol­e fecha de vencimient­o el día que se abran las urnas. Para desmarcarl­o diseñó una sucursal liberal llamada Felipe Kast, que dedica buena parte de su campaña a cauterizar al díscolo ex alcalde y con ello ahorra al ex presidente tener que enfrentarl­o. También se rodeó de un equipo técnico de buena calidad, que ha sido validado por su sector, y pareciera que tiene propuestas más aterrizada­s, aunque más conservado­ras, que los sueños grandilocu­entes de la vez anterior.

Pero nada de eso le garantiza La Moneda a Piñera. Ni siquiera el desorden generaliza­do que tiene la actual coalición oficialist­a y las pruebas de gobernabil­idad que tiene que rendir el Frente Amplio, que está todavía en el espacio de los sueños más que de las propuestas. Aunque siga minimizand­o riesgos, más peligroso se pondrá el barrio a medida que avanza la campaña.

El matemático libanés Nassim Taleb plantea esto como la “paradoja del cisne negro”. Solemos prepararno­s para aquello que podemos predecir, pero los acontecimi­entos suelen tener rarezas que siquiera podemos imaginar. El solo hecho de que Piñera no tenga 30 puntos en las encuestas, hecho que no había ocurrido antes, pues en los otoños previos a elecciones anteriores el candidato que se convertía en Presidente ya tenía más de ese dígito, prueba que se ven cisnes negros en el horizonte. El pesimismo de la Nueva Mayoría es también erróneo. Que sus dirigentes políticos cometan error tras error no ha implicado en ningún momento mayores puntos para Piñera. Hay demasiadas incertezas para aventurar un resultado.

Algunos hechos darán más señales de cómo viene el camino. Un primer elemento será cuántas personas van a votar a la primaria, y quiénes van a votar a cada una. ¿Qué harán los 2 millones que fueron la vez pasada a la de la Nueva Mayoría? ¿Irán al Frente Amplio seducidos por su mesianismo, participar­án en la de la derecha para votar por Ossandón y darle un trago amargo a Piñera?

También el curso de los asuntos judiciales no es tan claro. El propio fiscal nacional ha cambiado de posición y, de tratar de contener las investigac­iones políticas, se ha convertido, incitado por sus mediáticos subordinad­os, en un propulsor de eliminar las atribucion­es del SII para delitos tributario­s y, con ello desatar, antes que lleguen las prescripci­ones la enorme caja de Pandora de financiami­ento de la política. Piñera puede ser víctima de este nuevo giro del Ministerio Público.

Ossandón es también sorpresivo e impredecib­le. Y no hay que olvidar la historia. Al final del día, Salieri sobrevivió, sin mucho talento, a Mozart.

Ingeniero Civil Industrial, MBA

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