La Tercera

En vez de la derrota

- Carlos Ominami Economista

REINA EL pesimismo en el campo de la centroizqu­ierda. No son pocos los que piensan que las elecciones presidenci­ales están perdidas. Se equivocan. La presidenci­al está todavía abierta. Las adhesiones son blandas y los indiferent­es mayoría. El riesgo de derrota es grande, pero ésta no es inexorable.

La Nueva Mayoría (NM) ha sido una muy mala sucesora de la Concertaci­ón. No ha sido capaz de respaldar con solidez y coherencia el gobierno de Bachelet y su valoración ciudadana es mala. Lo que constituye una verdad del porte de una catedral es que como tal, la NM no está en condicione­s de ganar una nueva elección. Necesitamo­s cambiar de estrategia. Esto requiere audacia, lucidez y rapidez.

Hasta solo unos meses atrás, varios pensaban que la historia podía repetirse. Alejandro Guillier, una figura nueva, no contaminad­a con la actividad política irrumpía con fuerza en el escenario nacional. Su ascenso parecía imparable. Varias encuestas sugerían que el senador era lo que se andaba buscando: la figura providenci­al que aseguraría una victoria allí donde existían grandes posibilida­des de derrota.

A poco andar comenzaron a surgir las dificultad­es. La experienci­a de Bachelet el 2013 es irrepetibl­e.

Políticame­nte, el epicentro de los problemas de la NM se sitúa en la DC. En el 2013, la amplia adhesión popular a Bachelet resultó irresistib­le para los sectores incluso más conservado­res de la Falange. La DC se plegó en masa a la candidatur­a de Bachelet. Solo comenzó a plantear sus críticas una vez en el gobierno y cuando la popularida­d de la Presidenta comenzó a declinar. Como culminació­n de su distanciam­iento, una Junta Nacional viene de desestimar la idea de ir a primarias para competir directamen­te en primera vuelta.

Las formas han sido lamentable­s. Hay mucho de portazo y de ruptura unilateral. Si la opción de Goic no prende en la ciudadanía, la decisión de la Junta de la DC quedará para la historia como una gran deslealtad que le infligió una herida mortal a la NM y de paso aceleró su propia declinació­n.

Podría sin embargo, darse un escenario distinto: que Goic logre estructura­r una campaña que permita perfilar una opción de centro, resueltame­nte democrátic­a.

Una alternativ­a de este tipo podría recuperar una parte de la votación que se ha vaciado hacia la derecha acercándol­a hacia su tercio histórico. Si la DC alcanza, digamos, a un 15% y lleva a Piñera por debajo del 40%, la segunda vuelta es perfectame­nte ganable. Para ello, la DC debe poder afirmar sin complejos sus posiciones más moderadas y las diferencia­s que en varios planos mantiene con la izquierda.

Por su parte, la izquierda podría con mayor libertad actuar de acuerdo a sus propias conviccion­es. Mucha gente que hoy día se ha replegado hacia el abstencion­ismo podría recuperar entusiasmo frente a una oferta más diversific­ada. El proceso de bifurcació­n creciente con el Frente Amplio podría detenerse.

Un acuerdo en segunda vuelta en torno a: nueva Constituci­ón, nuevo sistema previsiona­l, fortalecim­iento de la educación pública, defensa de la gratuidad y reforma de la salud pública, puede generar una mayoría claramente ganadora. Piñera no es Le Pen, aunque varios de los que lo apoyan se le parecen. Su proyecto es claramente reaccionar­io: busca retrotraer las reformas. Nadie debiera ser indiferent­e frente a una ofensiva conservado­ra que de imponerse implicaría una severa derrota para el conjunto de las fuerza progresist­as.

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