PARA ENTENDER
El martes 9 de mayo de 2017 quedará estampado en los libros de historia estadounidenses como el día que marcó la Presidencia de Donald Trump al darse inicio al Comeygate. Es decir, cuando la Casa Blanca despidió al director del FBI, James Comey, quien investigaba los vínculos de Rusia con la campaña de Trump y los correos de Hillary Clinton, desatando un escándalo cuyas ramificaciones aún se desconocen y que ha llevado a que muchos ya hablen de una posible obstrucción a la justicia de parte del mandatario o incluso de un juicio político.
Tanto el enojo como el carácter impredecible de Trump han convertido el despido de Comey en el mayor caos mediático de la gestión del republicano, y el que más suspicacias ha levantado entre legisladores que piden intensificar la investigación sobre Rusia. Esto pese a que varios funcionarios de la Casa Blanca insistieron que la remoción del funcionario no tenía nada que ver con la investigación que lleva a cabo el FBI. Sin embargo, fue el mismo mandatario quien señaló en una entrevista el jueves que el tema de Rusia “tenía en gran parte que ver” con la desvinculación.
El errático manejo de esta crisis llevó a que Trump amenazara a Comey: “Más le vale que no haya cintas de nuestras conversaciones antes de que él empiece a filtrar a la prensa”.
El Comeygate dejó al descubierto la descoordinación de su equipo de comunicaciones al sorprenderse con el despido, ya que sólo tenían conocimiento un grupo muy reducido. Esto llevó a una serie de contradicciones en las declaraciones de Trump y el jefe de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer. Así, todos los implicados o han corregido al mandatario o han sido contradichos por él, elevando las dudas en lugar de acallarlas respecto de si la salida de Comey estaba motivada por la supuesta intención de Trump de cerrar lo antes posible la investigación sobre Rusia, que el FBI lideraba, acrecentando la controversia.
Ante la ola de críticas, el Presidente aseguró que no se puede esperar “rigurosidad perfecta” de sus portavoces, y sugirió que tal vez debería cancelar todas las conferencias de prensa y sustituirlas por respuestas escritas.
Para el columnista del diario The New York Times, Andrew Rosenthal, la necesidad de una investigación independiente va mucho más allá de la trama rusa y se ha colocado en el “corazón del desastre constitucional y ético que es la administración Trump”. “El despido de James Comey parece, en esta primera etapa, como un inmenso abuso del Poder Ejecutivo destinado a desbaratar una investigación que se estaba acercando mucho a la Casa Blanca. Y la interrogante sobre si la campaña de Trump se coludió con los rusos para derrotar a Hillary está ahora atascada indisolublemente con el El Presidente Trump despidió el martes al director del FBI,
James Comey, que investigaba los lazos del gobierno con Rusia. Esto desató una gran polémica.
Así, se puso en el debate una
posible obstrucción a la justicia del mandatario, lo que ha hecho que vuelva a sonar fuerte la idea de que se realice
un juicio político.
La trama rusa ha provocado la salida de varios asesores y cercanos al mandatario, lo que ha levantado un manto de dudas sobre los vínculos que
podría tener con Moscú. despido de Comey”, añadió.
En el misma línea, el columnista de CNN, Paul Callan, señaló que todo lo que ha ocurrido con Comey pone a Trump en la primera milla del camino de Richard Nixon hacia el impeachment. Esto porque a Nixon le tomó casi dos mandatos completos “antes de que su abuso de poder fuera detectado y procesado efectivamente”. “La torpe manipulación de Trump de los mismos hilos de poder ha resultado en su propia versión de la