PARTICIPACIÓN DE CHILE
Ramón Ayarza (23) y Pablo Huete (25), los dos forwards del Bayonne, recuerdan perfectamente cómo fue el momento en que debieron decidir qué hacer al terminar el colegio. La opción natural, por no decir la única, era continuar sus estudios en alguna universidad, pero algo les decía que no, que mejor era probar un destino totalmente distinto. “Fue heavy convencer a mis papás que quería dedicarme al rugby. Mis compañeros del colegio ahora están terminando Ingeniería Civil, Comercial o Medicina y son todos mateos… Imagina lo que es para una mamá que su hijo le diga que quiere ser rugbista”, recuerda Ayarza, el pilar estrella de los Cóndores y alternativa en el club del país vasco francés.
Pablo, su amigo desde que fueron compañeros en el Grange y, por ende, en Old Boys, fue el primero en buscarse la vida como jugador profesional de un deporte que en Chile vive en el amateurismo absoluto. Llegó a Francia convencido de que la opción existía y apoyado por su agente –sí, los rugbistas también se mueven con representantes- logró comenzar a incursionar en las ligas galas. Antes, pasó por el Tasman Macos, de la liga premier neozelandesa, para luego arribar a Francia, donde defendió al Castres, al Pau y el Massip (Pro2, segunda división).
“Es difícil viajar a un país distinto al tuyo, lo que más te afecta es estar lejos de la familia, de los amigos. Me fui convencido en que iba a pasarlo mal; así conseguí resistir y no regresar”, explica el segunda línea Huete, quien hasta ayer se mantenía en observación para disputar el partido de hoy ante Brasil.
Ambos lograron un sueño de infancia: jugar en el Top 14, la liga más importante del rugby en el mundo. Ayarza grafica de esta forma la hazaña: “Cuando jugamos, somos todos iguales, no piensas en que este tipo fue campeón mundial o este otro es el mejor jugador de la historia. Lo que a mí más me sorprende es que un tipo como Tom Donelly (ex All Blacks que milita en Montpellier) me invite a su casa a un asado. Soy amigo de un tipo que era mi ídolo”.
Han jugado contra estrellas como los sudafricanos Brian Habana y Bismarck du Plessis o el neozelandés Daniel Carter. “La competencia allá es muy fuerte, el más mínimo error te puede quitar el puesto”, asegura Huete.
La adaptación de ambos fue básica para llegar a donde están. Y para eso, sus principales aliados fueron Sergio Valdés y Francisco de la Fuente, otros dos que llegaron hace tiempo a tierras francesas. Valdés, el segunda línea más destacado en la historia del rugby nacional, fue contactado por Huete en el ocaso de su carrera y, entusiasmado con la idea de tener un compañero en la columna vertebral del scrum, lo sumó a casi todos los planteles que conformó.
“Converso con regularidad con los chicos, Saint Jean de Lux y Bayonne están muy cerca, así es que nos vemos casi siempre”, confiesa Valdés, ex Stade Français de Santiago, quien acaba de terminar su campaña como entrenador con Saint Jean de Lux.
De la Fuente, en cambio, es el chileno con más años en Francia. Emigró hace siete temporadas y ha transitado por clubes de la Pro2 y la Federale 1. Está consciente