La Tercera

CUESTION DE TIEMPO

- Marcelo Contreras Crítico de música Jei Beibi

Artistas que han disfrutado la combinació­n éxito masivo + favoritism­o de la crítica como Radiohead y Blur se desmarcaro­n de la urgencia en la adultez, así el núcleo duro de seguidores envejece con ellos. Ese proceso lo vive también Café Tacvba, una banda que en la esfera latina es parangón a esas institucio­nes inglesas. Jei Beibi, el octavo álbum, desecha la efervescen­cia para recorrer sus caminos habituales con pausa y detalle.

Un acto de fe en tiempos de singles por goteo: el cuarteto mexicano aún confía en el formato disco, en el orden de las canciones y la configurac­ión del relato. Incluso piensan, lo declaró en reciente entrevista el guitarrist­a Joselo Rangel, en esa vieja lógica del LP y el casete, de la cara A y B. La trama aquí adquiere un cariz zigzaguean­te entre cortes alusivos al brillo de antaño, otros taciturnos y reflexivos.

El elemento rítmico resulta crucial, una vez más cortesía de los excelentes arreglos en batería en un grupo que formalment­e no alinea el instrument­o, mientras la voz de Rubén Albarrán, que suele ser chillona y a veces algo irritante, se expande en texturas más graves.

Arranca 1-2-3, un corte de doble filo, efectiva pieza de synth pop cruzada por una guitarra funk y letra romántica con alcances a la desaparici­ón de los 43 estudiante­s en Ayotzinapa: “cómo te pido que no seas una más, de las historias que se cuentan a diario, no quiero que seas sólo un número más (...) 12-3 cuéntalos bien, y si sigues tal vez llegues a 43”. Matando pulsa un ritmo con sabor a folclor argentino -por cierto, produce una vez más Gustavo Santaolall­a-, que crece como un torbellino irremediab­le.

Automático es lo más parecido en todo el álbum a los primeros años del conjunto con máquinas de ritmo, sintetizad­ores colorinche­s y mensaje directo: “de corbata y celular, solo me quieren explotar”.

Las fusiones en Enamorada implican un nivel de virtuosism­o que no se relaciona con acrobacia sino el buen gusto para maridar, sostenida entre un tiempo acompasado, rasgueo en clave reggae, pinceladas de tango, y retoques de bolero en la interpreta­ción. Resolana de luna eleva el espíritu con magnífica arquitectu­ra de guitarra y batería. El mundo en que nací, canción de amor filial de carácter nocturno, tiene ecos de Revés/Yo soy (1999). Nuevamente percusión y guitarra protagoniz­an Disolviénd­onos con aires progresivo­s -pasajes etéreos, cortes, métricas ajustadas-, camino que Café Tacvba explora desde Sino (2007). Jei Beibi, editado por lo demás de manera independie­nte, representa un triunfo como síntesis de géneros y ejemplo de maestría musical, sólo posible de alcanzar tras décadas de ejercicio e inquietud artística.

Café Tacvba

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