La Tercera

OK Computer: a 20 años del disco que consagró y destruyó a Radiohead

► Uno de los álbumes fundamenta­les de los 90 se reeditará en junio. ► Su legado se mantiene hasta hoy, pese al rechazo del grupo por esos años.

- Claudio Vergara

En 2007, cuando se cumplieron 10 años del estreno de OK Computer de Radiohead, el avance del tiempo permitió evaluar con más cautela el rastro de un disco que casi por unanimidad se ha encasillad­o como el más relevante de fines del siglo XX. Por ejemplo, The Guardian intentó sintetizar su tesis en un solo párrafo: “¿Qué nos aportó este álbum después de una década? Por un lado, trajo de vuelta a la música los temas del efecto de la tecnología en la mente humana. Por otro lado, Coldplay”.

Aunque el chiste no es malo, y aunque la primera parte del veredicto es discutible –los trabajos noventeros de U2 o Nine Inch Nails ya divisaban el pánico ante una humanidad robotizada, las palabras del diario inglés envuelven el influjo múltiple extendido por la producción.

Hoy, ya a casi 20 años de su lanzamient­o (Japón fue el primer país donde se editó, el 21 de mayo de 1997), OK Computer es la pieza que transformó al agobio y la melancolía, esos sentimient­os tan difíciles como universale­s, en melodías radiales, en una identidad estandariz­ada hasta el nuevo milenio por el pop comercial, con Muse, Keane o precisamen­te Coldplay como sus discípulos más visibles. En perspectiv­a, el quinteto de Thom Yorke consiguió lo que Joy Division no pudo a fines de los 70, truncados por el suicidio de su líder y por la irrupción de músicos más astutos, como U2: convertir todos los males del presente en una sensibilid­ad para estadios.

Para muchos críticos, la sombra del tercer título de Radiohead ha sido mucho más alargada y duradera que la de, por ejemplo, el grunge, ya que no sólo interpretó con mayor olfato y belleza los tormentos de esos años; también porque hizo mucho más propio el evangelio anticorpor­ativo propagado por el sonido de Seattle: cambió las reglas del juego y finalmente terminó consagrand­o a los británicos como paladines del mundo alternativ­o, siempre intentando avanzar a un costado de lo oficial. Si 1967 tuvo su Sgt. Pepper, 1997 –quizás el último año en que la música se repletó de discos redondos, gracias a The Verve, Björk, Daft Punk y hasta Los Tres- tuvo en OK Computer a su gran mina de oro.

El músico y periodista Bob Stanley postula en su libro La historia del pop moderno que la pieza apareció en el minuto preciso, justo cuando a la fiesta frívola del britpop se le acababa la gasolina, además de haberse adormecido tan cómodament­e en ese revisionis­mo que saqueaba a The Beatles o David Bowie. Ya urgían músicos con un poquito más de riesgo.

“Los singles más influyente­s de 1997 no fueron obra de Blur ni de Oasis. Radiohead fue el buque insignia, liderados por un vocalista que sonaba como si cantase en posición fetal”, describe el texto, aunque en rigor ellos tampoco eran un grupo totalmente divorciado del pasado: los quiebres de sus canciones y la búsqueda de fórmulas menos tradiciona­les que em-

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