Violencia y pueblo mapuche
UN ESTUDIO realizado por el Centro de Estudios Interculturales e Indígenas -en el cual participa la Universidad Católica, entre otras instituciones académicas-, arrojó interesantes luces respecto a la integración de los pueblos originarios con el país y su visión acerca de aspectos como el uso de la violencia. En el caso de los mapuches, abrumadoramente (77%) rechazan los ataques incendiarios por parte de grupos indígenas, en tanto que el 73% se opone a la idea de que los agricultores usen armas para enfrentar a los grupos indígenas. Estas conclusiones distan de la visión ideologizada que ciertos grupos intentan transmitir acerca de la realidad que viven los pueblos originarios, radicalizando artificialmente el conflicto indígena y con ello el debate público.
El mismo estudio da cuenta de la existencia de un conflicto, que el pueblo mapuche mayoritariamente lo ve entre el Estado y los pueblos originarios (75%), o entre éstos y las empresas, pero solo una fracción lo entiende como un conflicto entre “indígenas y no indígenas”. A nivel general, sorprende la alta identificación que hay con el “pueblo chileno” -lo que se refleja en que mayoritariamente los indígenas se ven como mestizos- y la alta tasa de matrimonios entre indígenas y no indígenas.
Estos resultados deberían ser ilustrativos para orientar las políticas públicas. Por de pronto, la imperiosa necesidad de que el Estado contenga a los grupos radicalizados que recurren a la violencia, y que, tal como se ha demostrado, no representan al pueblo mapuche; por el contrario, el vandalismo -que adquiere también la forma de terrorismo- daña profundamente a estas comunidades, sumiéndolas en el temor y la pobreza. Ello debería ser también ilustrativo para no considerar como interlocutor válido a ningún grupo que insista en reivindicar la violencia. A la luz de estas conclusiones también resulta equivocado promover fórmulas que buscan “independizar” a los pueblos originarios del resto de Chile o conceder “autonomía”, lo que no obsta para que se busquen alternativas de mayor reconocimiento cultural.