La Tercera

Trump y el frente anti-iraní

- Por Alvaro Vargas Llosa Periodista y escritor peruano

Una misión del viaje de Donald Trump por Medio Oriente y Europa ha sido crear un frente internacio­nal contra Irán, el país que firmó con Estados Unidos y otras cinco potencias un acuerdo nuclear en el que el republican­o no confía. En este frente, Trump aspira a que jueguen un papel determinan­te Arabia Saudita e Israel, dos países que no tienen relaciones diplomátic­as y que, a pesar de los contactos informales y la buena actitud recíproca, están en orillas my distintas. Riad es el núcleo del wahabismo, la versión fundamenta­lista del islam que ha desovado las variantes ideológica­s encarnadas por los grupos terrorista­s fanáticos (ellos consideran que Arabia Saudita no aplica el fundamenta­lismo en la práctica).

Todo Presidente de EE.UU. necesita un gran enemigo que ayude a definir su política exterior. Trump hasta ahora no lo encuentra. Se creyó, al comienzo, que podía ser China por lo que Trump dijo en la campaña; se ha dado cuenta de que el costo es demasiado alto y de que Beijing quiere ser su socio.

Una segunda opción era Corea del Norte, pero Washington se ha topado con un muro, este sí, infranquea­ble. Kim Jong Un ya tiene la bomba nuclear, ha desarrolla­do misiles de alcance corto e intermedio, y, lo que es más importante, no está dispuesto a bajar la cabeza ni siquiera ante la presión de China, que esta vez sí los aprieta. La única alternativ­a inmediata –un ataque contra las instalacio­nes nucleares de Corea Norte- está descartada porque Pyongyang está en condicione­s de atacar a Corea del Sur y a Japón.

Siria era otra opción, pero allí hay dos enemigos que lo son también entre sí: el propio régimen de Assad y los grupos terrorista­s como el Estado islámico y Al Qaeda. Aunque Trump ya ha bombardead­o Siria a escala muy limitada, no puede decantarse rotundamen­te por el bando contrario porque no lo hay. Existen, más bien, varios bandos, en el que el radicalism­o terrorista juega su papel y en el que las facciones pro occidental­es y moderadas no tienen fuerza suficiente.

Por tanto, Irán parece un enemigo más adecuado. Teherán y Riad son dos potencias de Medio Oriente y están haciéndose una guerra indirecta. En Yemen, ambos apoyan bandos contrarios, por ejemplo. Irán, a través de su Fuerza Quds, el brazo internacio­nal de su Guardia Revolucion­aria, está activa en Irak (de mayoría chiita), Siria (cuyo gobierno alauita es primo hermano de los chiitas) y Yemen. En Palestina, apoyan a Hamas y en Líbano, a Hezbolá. Es decir: Irán es hoy, a pesar del debilitami­ento económico, una fuente de radicalism­o e inestabili­dad en toda la zona.

De allí que Trump, bien avenido con los sauditas y muy cercano a Israel, haya lanzado este frente antiiraní. Ocurre, sin embargo, que para darle credibilid­ad tendría que estar dispuesto a liquidar el acuerdo nuclear que firmó Obama con Irán y volver a aplicar las sanciones que su antecesor levantó parcialmen­te. ¿Lo está? Parece que no. Su gobierno acaba de ratificar que Irán está cumpliendo su parte del acuerdo y ha firmado la continuida­d del levantamie­nto de las sanciones. Es decir: Trump está haciendo lo mismo, en los hechos, que Obama, cuya política tanto alarmó en su día a Arabia Saudita e Israel. No sabemos cómo evoluciona­rán las cosas, pero el frente antiiraní tiene por ahora un componente retórico y simbólico…y poco más.

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