La Tercera

¿Impasse político?

- Eugenio Rivera Fundación Chile 211

POR LA excesiva relevancia atribuida al análisis político de las encuestas, se dificulta dilucidar las condiciona­ntes y restriccio­nes del contexto político institucio­nal en que tendrá lugar la elección. A tal efecto, cabe considerar dos elementos cruciales.

En primer lugar, la crisis de legitimida­d del modelo político, social y económico construido desde la transición a la democracia, lleva a cuestionar institucio­nes cruciales y pilares básicos de la organizaci­ón económica y social. Aunque la derecha se obstine en negar el cuestionam­iento al modelo educaciona­l, al sistema de AFP y al mix público privado en salud, varios elementos lo confirman: entre otros, movilizaci­ones ciudadanas, críticas al empresaria­do, fin de la Concertaci­ón como protagonis­ta del consenso postdictat­orial, y el propio triunfo de Ba- chelet en 2013.

En segundo lugar, la crisis de la coalición reformista de la actual administra­ción. Pese a grandes logros en reforma tributaria, gratuidad parcial en la educación y fin del sistema binominal, perdió la batalla política y comunicaci­onal, e implosionó, generando tres candidatur­as presidenci­ales. Han emergido tres opciones que no logran estructura­r propuestas para encarar el crítico escenario. La primera se opone al esfuerzo reformista de Bachelet y esgrime “reponer” el modelo protagoniz­ado por la Concertaci­ón. Aunque resulte paradójico, su principal exponente es Piñera, que concentra su crítica en que la Nueva Mayoría (NM) habría “echado a perder” la política de la Concertaci­ón. Tal postura no da cuenta de los problemas que deteriorar­on el modelo concertaci­onista; su base política puja por una propuesta de derecha rechazando cualquier cambio socioeconó­mico, dificul- tando atraer al centro político; y su principal exponente no logra controlar sus conflictos de interés.

La segunda opción, representa­da por Guillier y Goic, es de continuida­d: ambos emprenden esfuerzos ingentes por tomar distancias de la NM, sin lograr separarse creativame­nte de ella. Guillier buscó distanciar­se del establishm­ent de la NM con la frase eficaz “escuchar a la gente”, que no ha tenido continuida­d narrativa. Aparece enzarzado en su discusión con los partidos, y no termina de encarar sus desafíos políticos fundamenta­les: definirse frente a las reformas iniciadas por Bachelet y reconstrui­r bajo su liderazgo una coalición política que enfrente los dilemas de la socialdemo­cracia y defina un camino de conflicto y colaboraci­ón con el Frente Amplio (FA) y/o la DC. Hasta ahora impera el conflicto y una propuesta programáti­ca que diagnostic­a que los problemas del actual gobierno radicaron en la falta de gradualism­o, que dice asumir el programa de Lagos, sin considerar como este coadyuvó al rechazo sufrido por el excandidat­o, que prioriza y se concentra en la tecnología y la innovación, que pese a su relevancia no puede desplazar de su lugar de privilegio la preocupaci­ón ciudadana por las AFP, las isapres y la mala educación.

Por su parte, sobre la base de repudiar el modelo concertaci­onista y apostar al predominio de lo público y de la solidarida­d, demoscópic­amente el Frente Amplio recién empieza a revelarse como una tercera opción.

Pese a sus logros, la NM perdió la batalla política y comunicaci­onal e implosionó generando tres candidatur­as.

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