La Tercera

Y corrimos el cerco

- Gloria de la Fuente Directora ejecutiva Chile 21

PARA QUIENES tenemos una valoración especial por la gestualida­d republican­a, sin duda ayer fue un día especial. La cuenta presidenci­al debe ser de los actos democrátic­os más relevantes y ayer se hizo gala de aquello. Claro, desde hace 92 años que este ejercicio republican­o no se realizaba un primero de junio; creo que en el futuro valdrá la pena revisar si es preciso hacer este ritual un día no hábil, porque es parte de los patrimonio­s que nuestra democracia requiere preservar y cuidar.

Asistimos al octavo y último mensaje de la Presidenta Bachelet, el del cierre y balance de su administra­ción y si no es el mejor, segurament­e será uno de los más recordados. Lo cierto es que el gobierno ha cumplido sus promesas de avanzar en los ejes estructura­les: tributario, laboral, educaciona­l, constituci­onal y la Agenda de Probidad y Transparen­cia. Cierto, el reto ha sido de grandes proporcion­es, no solo por las dificultad­es para arribar a acuerdos en muchas materias, sino que también, a ratos, hay que decirlo, ciertos déficit en la gestión política. No obstante, mirando el balance, es evidente que la actual administra­ción ha logrado conquistas sustantiva­s, acordes con la evolución, necesidade­s y la aspiración de la sociedad chilena: fin al copago; aumento exponencia­l de las salas cuna; la reforma electoral; el acuerdo de unión civil; una reforma a la ley de partidos políticos, financiami­ento de la política, entre muchos otros.

Muchos podrán decir que no es suficiente, y creo que, dependiend­o del catalejo con el que se mire la realidad, eso se puede discutir. No obstante, lo que es cierto es que el balance es positivo principalm­ente porque se ha logrado algo imposible hasta hace algunos años atrás: correr el cerco de lo que era posible discutir. Hoy podemos decir que en nuestro país se puede pensar en una agenda legislativ­a que ya no contiene murallas y vetos como en el pasado. En tal cuadro, el debate público se debiera tornar de mayor calidad, porque los actores están interpelad­os a tomar posiciones y argumentar­las.

No obstante, la tarea también ha sido dura y hay aprendizaj­es que hacer. Una agenda de reformas ambiciosas requería necesariam­ente de la cohesión política del oficialism­o. Eso en varios episodios fue prácticame­nte imposible, entre otras cosas, porque había un acuerdo en el “qué” pero no en el “cómo” llevar adelante las iniciativa­s planteadas en el programa.

No hubo en estos años de gobierno algún procedimie­nto definido dentro de la coalición para resolver las discrepanc­ias, del todo legítimas en una coalición con sensibilid­ades tan amplias. Esto generó problemas que arrastramo­s hasta hoy. Una agenda de reformas ambiciosas también requería una mayoría social. A ratos esto fue difícil, primero, porque la ciudadanía ha tomado cada vez mayor distancia de la política en un escenario de creciente pérdida de confianza.

Las noticias fueron alentadora­s; a juicio de los anuncios y varios gestos de la Presidenta, se planteó un escenario claro sobre el futuro. La consolidac­ión de lo obrado no solo en este gobierno, sino que gradualmen­te desde 1990 requiere unidad y orgullo por lo que hemos alcanzado. Sin duda hoy Chile es mejor que ayer.

Las noticias de la cuenta pública fueron alentadora­s. A juicio de los anuncios de la Presidenta, se planteó un escenario claro sobre el futuro.

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