La Tercera

SE VIAJA PARA GANAR

- Felipe Bianchi Leiton Periodista Felipe Mora, en Instagram

Hay dos cosas en la vida que realmente me ponen de muy mal genio. Cosas imperdonab­les, infames, alevosas, propias de rufianes y traidores. Partamos por esa costumbre digna de subnormale­s, arrogantes y egoístas, que significa rayar los edificios de buena parte de la ciudad o los vagones de metro desprecian­do la convivenci­a, la cultura y los bienes públicos. O sea, al resto de la gente. ¿Ha visto idiotez mayor? ¿Habrá un signo más nítido de decadencia? Esa idea de fondo, propia de fascistas (”merezco dejar mi marca, aunque no haya aportado nada a la comunidad, y lo haré causando daño”), para algunos sólo puede ser corregida con educación y no con castigo. Discrepo. Primero, porque la ley está para cumplirse y para defender al débil... en este caso el que no responde la agresión física, ya que eso y no otra cosa son los rayados. Y segundo, porque es un hecho que la mayor parte de los delincuent­es que agreden a la ciudad de su excremento visual, no son precisamen­te analfabeto­s. Ya fueron educados, ya pasaron por el colegio y la universida­d. Más que carentes, son abusadores. Solicito, pues, un mayor cuidado de autoridade­s y ciudadanos, una acción más resuelta, para frenar al rayador infame… que no tiene nada que ver con el verdadero grafitero, que jamás pintaría sobre el mármol, los edificios históricos o las piedras centenaria­s.

Eso por un lado. Por el otro, y aquí entramos al terreno del sagrado futebol, siempre he sentido una gran distancia y desprecio hacia cualquier tipo de racismo bobalicón o de nacionalis­mo pueril (valga la redundanci­a). A cualquier aparición, para que se entienda bien, de los demonios supremacis­tas. Pues bien, la visita de un equipo de jugadores de Burkina Faso -porque no era, como se dijo en un comienzo, su selecciónp­ara jugar anoche frente a Chile, generó, una vez más y como era predecible, todo tipo de chistecito­s y comentario­s cargados de incultura y torpeza. Y eso, claro, da vergüenza. Ajena, porque al menos yo no creo formar parte de la misma patria que esa gentuza. Habrá que trabajar mucho, de todos modos, para sacar de una vez por todas esa brutalidad de nuestros estadios, nuestros colegios, nuestros salones o nuestros bares.

A propósito: hoy mismo, mientras usted lee esto, ya vamos viajando con Mega, como canal oficial de la selección chilena, rumbo a Rusia para transmitir la Copa Confederac­iones. Y, antes de eso, los amistosos de los días 9 y 13 de junio ante Rusia y Rumania. Ojalá el gran contingent­e de hinchas nacionales que llegue por esos pagos -se calcula que podrían ser unos 20 milsepa comportars­e con educación. No estamos para nuevos bochornos como los vividos en el Mundial de Brasil o en el estadio de Corinthian­s.

¿El objetivo deportivo? No puede ser otro que ganar el torneo. No sólo por la calidad futbolísti­ca de quienes defenderán una vez más a la Roja, sino porque este tipo de compromiso­s se juegan sólo para ganarlos. O al menos intentarlo. No hemos estado ni vamos a estar muchas veces más en condición de clasificar a una Copa Confederac­iones, por ende hay que tomársela muy en serio. Mucho más que el resto.

No es un lugar para probar jugadores, sacar cuentas o promover recambios. Ya varios cometieron el error de pedir aquello en la pasada Copa Centenario: menos mal que nadie los escuchó y Chile terminó jugando con lo mejor que tenía y ganando un nuevo torneo. Igual que en Nanning, para la pasada China Cup (¿será ésta, a propósito, la cuarta copa en línea?). Para países como nosotros, los objetivos son claros. Este 2017 hay que tratar de ganar la Copa Confederac­iones y clasificar al próximo Mundial. Punto. Y para eso hay que jugar con los mejores. El descanso o la renovación, que vendrá quizás cuándo, no son tema en estos últimos capítulos del año.

“Gracias a todos por sus mensajes de apoyo y buenos deseos. Acá estamos con todo el optimismo de recuperarm­e al mil y poder ganarme una nueva oportunida­d”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile