Débiles perspectivas para la inversión y el crecimiento
EL BANCO Central publicó ayer una nueva versión del Informe de Política Monetaria (IPOM). Como ha sido la costumbre en el último tiempo, el instituto emisor volvió a recortar la tasa de crecimiento para el año en curso, actualizándola a un rango entre 1% y 1,75%. Ayer, además, se conoció la cifra del Imacec para abril, la que reveló que la economía mostró en el cuarto mes del año una expansión de solo 0,1%, similar crecimiento que registra el acumulado en el primer cuatrimestre.
Las proyecciones para este año distan de ser auspiciosas. La demanda interna anotará un mejor desempeño que en años previos (+2,5%), impulsada por el consumo total (+2,6), pero con una nueva contracción de la formación bruta de capital fijo (-0,9%). Las exportaciones de bienes y servicios seguirán planas (+0,7%), solo recuperando su ritmo de crecimiento el 2018, año en que el Banco Central prevé que se expandirán a una tasa de 3,9%. Las importaciones, en tanto, fuertemente impulsadas por el consumo (en particular de bienes durables), registrarán un incremento de 4,3% este año y en 2018 anotarán un vigoroso 6,6%.
Con estos resultados, la economía chilena se prepara para completar el peor cuatrienio en más de tres décadas, ya que la expansión promedio en el período 2014-2017 –según las nuevas proyecciones del Centralalcanzará a 1,8%. Preocupación aparte merece el débil comportamiento que ha experimentado la inversión. Las nuevas proyecciones del instituto emisor sitúan en terreno negativo a la formación bruta de capital fijo para 2017, lo que equivale a cuatro años de caídas consecutivas, situación sin precedentes desde que el Central publica cifras comparables (1961). Cabe señalar que a comienzos de la década de los ‘70 y mediados de los ‘80 la inversión registró caídas de mayor envergadura -en ambos casos en medio de severas crisis internacionales-, pero nunca hasta ahora había experimentado cuatro descensos ininterrumpidos.
Una de las preguntas que ronda sobre el débil desempeño de la inversión es el efecto que puede tener el sector externo en las decisiones en materia de nuevos proyectos, sobre todo por la alta exposición de nuestra economía –con un claro énfasis exportador- a los vaivenes de la economía internacional. Una de las variables útiles para medir este impacto es la serie de términos de intercambio, que revela la evolución relativa de los precios de nuestras exportaciones en relación a los precios de los productos que importamos. El último cuatrienio marca una leve contracción acumulada de 0,3%, muy por sobre el desempeño en la crisis asiática (donde el cuatrienio finalizado en 1999 acumuló una caída de 12,9% en los términos de intercambio), o la crisis del “tequilazo”, que llevó a registrar en el período 1990-1994 una caída acumulada en los términos de intercambio locales de 11,4%. Peor situación se registró en el cuatrienio 1981-1984, con una caída acumulada de 19,2%, aunque el récord lo ostenta el período 19741977, en el que nuestros términos de intercambio cayeron más de 50%.
La evidencia revela que definitivamente las razones detrás del débil desempeño de nuestra economía, y en particular de la caída consistente en la inversión, se encuentran en el ámbito interno. Nuestra economía anotó el peor registro en décadas en ausencia de una crisis internacional. Es hora de diseñar medidas que destraben las causas internas del frenazo económico y repongan la confianza de los agentes del mercado que le permitan a nuestra economía retomar tasas de crecimiento aceptables.
Las cifras del Banco Central anticipan que se completarán cuatro años
consecutivos de caída en la inversión, un hecho sin precedentes.