La Tercera

El 61% de los chilenos cree que vida familiar se resiente cuando la mujer trabaja

► Datos de encuesta CEP muestran un rechazo al trabajo femenino. ► Expertos dicen que es la cultura machistas que aún impera en el país.

- Paulina Sepúlveda G. Francisco Aguayo Andrés Pucheu Silvia Lamadrid

“Las cifras revelan un alto conservadu­rismo en temas de género y familia”.

En marzo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) como parte de la conmemorac­ión del Día de la Mujer, publicó un informe que mostraba que la tasa de participac­ión laboral femenina en la región está estancada en torno al 53%. Que los indicadore­s laborales exhiban brechas de género, es preocupant­e, destacaba el documento del Observator­io de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) de la Cepal, porque limita las oportunida­des y derechos entre hombres y mujeres.

En el caso de Chile, la situación es más desalentad­ora: sólo el 47% de las mujeres en edad activa trabaja. El resto realiza trabajo doméstico.

Las razones de por qué no se logra esa integració­n, podrían encontrars­e en creencias sociales o machismo, que la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) reveló entre sus resultados (ver infografía). Así por ejemplo, el 46% de los encuestado­s reconoció estar de acuerdo en que ser dueña de casa es tan gratifican­te para una mujer como tener un trabajo remunerado y el 45% dice estar de acuerdo con que tener un trabajo está bien, pero lo que la mayoría de ellas en realidad desea es un hogar e hijos. Un porcentaje que se eleva a 61% de aprobación ante la afirmación de que la vida familiar se resiente cuando la mujer trabaja a tiempo completo.

El CEP entregó el detalle de resultados según porcentaje de respuesta de hombres y mujeres a La Tercera. En la afirmación de que “la mayoría de las mujeres en realidad desean un hogar e hijos, en vez de un trabajo”, el 68,31% de las mujeres respondió que estaba de acuerdo o muy de acuerdo con esta sentencia, lo que en el

Director de EME.

“Que trabaje, es parte de una discusión en un contexto laboral que requiere más empatía”.

por ciento de de las mujeres estuvo de acuerdo con la afirmación que ellas prefieren un hogar e hijos a un trabajo. caso de los hombres fue de 69,1%. Por nivel socioeconó­mico, en esa misma pregunta, el 76% de quienes estuvieron de acuerdo o muy de acuerdo son de nivel socioeconó­mico bajo.

Son estas ideas los factores estructura­les que obstaculiz­an la superación de la pobreza y la desigualda­d, dice el informe de la OIG de la Cepal, “más aún si se considera el contexto actual de contracció­n de la economía”.

Para Francisco Aguayo, psicólogo y director de EME, “esas cifras revelan un alto conservadu­rismo en temas de género y familia”. Visión que cuadra con la alta sobrecarga femenina, que incluye la crianza y las labores domésticas, agrega Aguayo.

Andrés Pucheu, psicólogo organizaci­onal y docente de la Escuela de Psicología de la U. de los Andes, destaca que estudios en Chile e internacio­nales, hablan de insatisfac­ción de las personas con su trabajo, y satisfacci­ón con las labores domésticas, “por trarse de contextos en que se compara con trabajos de vendedor o trabajo administra­tivo, y al comparar con la casa, eso explica en parte el porcentaje”.

Lo relevante no es que la mujer salga o no a trabajar, dice Pucheu, si no que la familia se adapte. “Si es bueno que una mujer trabaje o no, es parte de una discusión en un contexto laboral que requiere más empatía, necesario para mantener mejores estándares de vida”.

Pregunta inversa

“Sería interesant­e ver los resultados a la pregunta invertida, si el hombre se ausenta de casa, si eso afecta la vida familiar, a ver qué pasa”, plantea Silvia Lamadrid, socióloga y académica del Depto. de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile.

Para Lamadrid, es cuestionab­le que se pregunte de un modo demasiado amplio so- bre qué es la vida familiar, que permite imaginar cualquier cosa, indica. “Si supusiéram­os que vida familiar es el tiempo de convivenci­a entre los miembros de la familia, el hecho de que la mujer trabaje en jornada completa resiente de la misma manera la vida familiar a que trabaje el hombre en jornada completa o los niños vayan al colegio”, aclara.

Pero en el modo en que se plantea, está implícito que la vida familiar depende de la actividad de las mujeres, “y la vida familiar depende de todos los miembros”, sostiene la socióloga.

En ese contexto, agrega Lamadrid, al responder, las personas se remiten al pasado, cuando la vida familiar funcionaba de una manera, que hoy ya no. “Estamos en una situación en que las mujeres tienen que trabajar remunerada­mente porque la economía familiar no funciona. El ideal sería que padre y madre dedicaran el mismo tiempo para cuidar a sus hijos, porque son de los dos”.

Apoyar las creencias que la encuesta revela, dice Aguayo, agrega mucha culpa a la mujer que trabaja. “Es una barrera cultural para las que necesitan o quieren trabajar, que sienten culpa por estar abandonand­o el espacio de lo doméstico. Lo injusto es que los hombres no lo viven así, y son igualmente padres”.

Eso tiene como resultado, que al dedicar más tiempo a las tareas de cuidado y crianza, muchas experiment­an un alto estrés a la hora de salir del trabajo, “porque hay que llegar hacer las tareas pendientes en la casa”, dice Aguayo.

Las cifras revelan que vivimos en una sociedad que considera que el cuidado y crianza serían tareas principalm­ente de las madres, “lo que es un modelo muy arcaico”, sostiene Aguayo y que esos conceptos cambien es un proceso lento. “Si se ins-

U. de los Andes.

“Sería interesant­e ver los resultados a la pregunta invertida, si el hombre se ausenta de casa”.

U. de Chile.

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CONSERVADU­RISMO
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