La trampa de las elecciones adelantadas
La pérdida del Partido Conservador de su mayoría parlamentaria en las elecciones anticipadas en Reino Unido ha demostrado que los expertos políticos, encuestadores y otros analistas se equivocaron una vez más. Y una vez más están ofreciendo varias explicaciones para un resultado que pocos esperaban.
Por ejemplo, muchos han señalado que Theresa May, la primera ministra conservadora, hizo una mala campaña y que los modelos de encuestas subestimaron la participación de votantes más jóvenes. Al mismo tiempo, Jeremy Corbyn, líder del opositor Partido Laborista, logró parecer competente y confiado. Pero estas explicaciones pueden ser irrelevantes, porque se centran estrictamente en cómo se llevó a cabo la campaña.
Una mejor explicación viene del campo de la psicología. Si los expertos hubiesen prestado atención a una teoría bien establecida sobre la psicología de las elecciones anticipadas, podrían haber previsto el resultado de estos comicios en Reino Unido. Según una investigación realizada por el científico político de la Universidad de Nueva York, Alastair Smith, que ha examinado los datos de las elecciones generales británicas y los resultados que se remontan a 1945, las decisiones de los primeros ministros de celebrar elecciones anticipadas a menudo son contraproducentes.
Al celebrar una elección tres años antes de lo programado, Theresa May parece haber cometido un serio error, casi sin precedentes. Ella asumió que el apoyo popular que tenía cuando anunció la elección se traduciría en votos reales. El ex primer ministro británico Harold Wilson cometió el mismo error en mayo de 1970, cuando trató de aprovechar la popularidad de los laboristas. Durante la campaña que siguió, el apoyo del Partido Laborista se derrumbó, y los conservadores terminaron ganando 330 de 630 asientos.
Del mismo modo, en 1997, la decisión del ex Presidente francés Jacques Chirac de convocar a una elección parlamentaria anticipada dio lugar a grandes ganancias electorales para los partidos de oposición a la izquierda. Lo mismo ocurrió en Australia en 1998.
En un estudio de 2003 publicado en el British Journal of Political Science, Smith concluyó que el apoyo popular a los líderes que llaman a elecciones anticipadas tiende a disminuir en el período previo a la votación. Su análisis demuestra que cuanto más popular es un líder cuando se hace una elección anticipada, más probable es que pierda apoyo durante la campaña. Cuando May llamó a una elección anticipada en abril, estaba volando tan alto en las encuestas que ella y los tories esperaban arrasar. Pero como sostiene Smith, las elecciones generales anticipadas son un juego de póquer psicológico en el que el electorado a menudo desafía al líder.