Familias y elección de colegios
UNA IMAGEN que resultó especialmente llamativa esta semana fue la extensa fila que alrededor de 200 personas hicieron para lograr matricular a sus hijos en el Colegio Salesianos Alameda, ubicado en la comuna de Santiago. El sacrificio y esfuerzo no fue menor, pues la espera se inició el día anterior, y al caer la madrugada se dejaron sentir muy bajas temperaturas.
Sorprendió que desde el Ministerio de Educación se haya indicado que con “la (nueva) Ley de Inclusión el sistema de admisión no funciona con filas en las puertas de los establecimientos”, recordando que el sistema opera ahora sobre la base de ordenar las preferencias expresadas por los padres, y en el caso de que los cupos disponibles en un establecimiento excedan el número de postulantes, habrá un sistema de tómbola. Por ahora dicho mecanismo se ha implementado en Magallanes, y gradualmente se irá extendiendo al resto del país.
Aun cuando desde la visión estatista que ha permeado la reforma educacional se asuma que las familias prefieren un sistema centralizado que decida por ellas, lo ocurrido en el colegio Salesiano es una muestra de lo contrario; esto es, que los padres saben reconocer un proyecto educativo de calidad y, por lo mismo, de ser necesario, están dispuestos a realizar sacrificios personales para acceder a aquel, lo que constituye una actitud loable.
Es probable que ante la imagen de personas haciendo largas filas, algunos vean el sistema impulsado por el gobierno como una solución razonable. Si bien puede que éste efectivamente elimine las filas, una vez en régimen se hará más evidente que un mayor número de familias probablemente no quedará en los colegios de su preferencia, careciendo de alternativas para incidir en la asignación.
Existen colegios particulares subvencionados de muy buena calidad que de hecho utilizan el sistema de tómbola, pero esa es una decisión autónoma del sostenedor y son las familias las que deciden utilizarlo o no.
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