“Mapuches millonarios”
Señor director:
El profesor Eduardo Sabrovsky termina planteando que su distancia respecto a la política se explica porque la ve conducida por fuerzas globales ciegas y ajenas a ella. Así, en el fondo, trata de decir que no es que él se aleje de la política, sino que la política ya no existe más que como espectáculo, farsa o simulacro.
En consecuencia, ve mi compromiso -que no es con una campaña, un candidato o un partido, sino con la renovación de un sector- como algo absurdo. Pero le niega valor existencial a ese compromiso: solo lo considera ridículo. El compromiso existencial, aclara, solo tiene valor en situaciones extremas.
Aquí es donde su argumento, en mi opinión, se cae. El hecho de la existencia me parece suficientemente radical. Pero incluso concediendo eso, si la política, como el profesor afirma, parece haber desaparecido del mundo ¿no viviríamos, justamente, una situación extrema? ¿Y no equivale a ensuciarse las manos el trabajar en la cloaca de lo que hay, con la esperanza de rescatarla? ¿Y no es lo ridículo, por ingenuo, en tal escenario, entregarse a los falsos consuelos de la mera descripción por temor al ridículo y a la derrota?
Pablo Ortúzar Madrid
Director de Investigación IES