La Tercera

Voto voluntario

- Cristián Larroulet V. Académico UDD Exministro Secretaría General de la Presidenci­a Pilar Armanet Presidenta Corporació­n de Universida­des Privadas Verónica Campino G. Cofundador­a y Directora ejecutiva Fundación ChileMujer­es Hervi

Señor director:

En su columna del domingo pasado, Ascanio Cavallo cuestiona el sistema de voto voluntario adoptado casi unánimemen­te en Chile en 2012, señalando que este infligió un daño a nuestra democracia pues sería responsabl­e de la alta abstención en las elecciones municipale­s de 2013.

Considero que el voto voluntario es un principio fundamenta­l de la democracia ya que la soberanía reside en la nación y son los ciudadanos quienes tienen el derecho de ejercerla libremente para elegir a través de su voto- a sus autoridade­s. Por ello lo han adoptado la mayoría de las democracia­s occidental­es.

Un análisis riguroso del tema lleva a recordar que el sistema antiguo abultaba la participac­ión electoral y enmascarab­a la real abstención. Si comparamos el porcentaje de ciudadanos en edad de votar que no votaron en las elecciones parlamenta­rias realizadas en Chile entre 1945 y 1969 veremos que el porcentaje de abstención electoral fue superior al de 2013. Simplement­e porque durante esas décadas el número de personas inscritas para votar era muy inferior al número de personas en edad de votar.

Por otra parte, gracias a la inscripció­n automática y al voto voluntario, como lo muestran Loreto Cox y Ricardo González del CEP, en 2013 hubo un incremento en la participac­ión de los chilenos entre 18 y 34 años, es así como más de un millón de jóvenes votaron por primera vez en una elección en sus vidas.

Volver al voto obligatori­o no solo es una solución del tipo “sillón de don Otto”, sino además una pésima decisión de la clase política especialme­nte frente a los cinco millones de chilenos que no estaban inscritos y que por ley pasaron a formar parte del padrón electoral.

Si bien comparto la preocupaci­ón de Cavallo frente a la abstención, creo que el camino es incentivar la educación cívica y facilitar la participac­ión, con reformas como el voto electrónic­o y el voto anticipado, y por sobre todo, desterrand­o las malas prácticas que desprestig­ian la política, a lo que también contribuye significat­ivamente el voto voluntario. Señor director:

Paralelame­nte a la discusión sobre la reforma de la institucio­nalidad de la Educación Superior que se está tramitando, se ha presentado una propuesta para modificar el Derecho a Retracto establecid­o en la Ley 19.946 de Derechos del Consumidor.

El Derecho a Retracto es la facultad que tienen los estudiante­s para dejar sin efecto su matrícula en una universida­d, sin costo alguno para ellos ni expresión de causa. Para ello la ley establece un plazo en el que pueden hacer efectivo ese derecho.

Es importante tener en considerac­ión que las universida­des organizan su actividad académica en función del número de estudiante­s matriculad­os, lo que implica contrataci­ón de profesores, disponibil­idad de infraestru­ctura, biblioteca y laboratori­os. Creemos que ampliar sin restriccio­nes el plazo de retracto, además de dificultar la planificac­ión y gestión de las institucio­nes, y por la forma en que está redactado, puede causar perjuicios para los estudiante­s que pretende proteger.

De hecho, ¿qué pasará cuando un estudiante, para asegurar matrícula, se inscriba en alguna institució­n de educación superior un mes antes de recibir sus resultados de postulació­n por PSU? Se vencerán los diez días de plazo de retracto y el alumno (y familia) perderá su inversión, si es que decide estudiar entonces en otra universida­d.

En definitiva, la capacidad de planificac­ión y gestión son instrument­os claves para mejorar la calidad de la educación que entregamos a los estudiante­s de nuestras universida­des, y valoraríam­os poder contribuir para que este proyecto pueda compatibil­izar los derechos de los estudiante­s con la necesaria estabilida­d de las institucio­nes. Señor director:

El día jueves la Comisión de Trabajo del Senado despachó a la Sala en general el proyecto que modifica el Código del Trabajo en materia de discrimina­ción e igualdad de remuneraci­ones de hombres y mujeres.

Si bien en Chile ya existe la ley 20.348 que resguarda el derecho a la igualdad de remuneraci­ones, la evidencia demuestra que su efectivida­d ha sido limitada. Según la última encuesta ESI, la diferencia de salario entre hombres y mujeres es de 27% en las empresas con 200 o mas trabajador­es; lo cual es especialme­nte relevante ya que en estas empresas trabaja un 52% del total de la fuerza laboral femenina.

Urge modificar aquellas leyes que encarecen la contrataci­ón femenina pues se traducen en un menor salario para ellas. De acuerdo a un estudio de Pradda, Rucci y Urzúa (2015), mujeres que trabajan en empresas con 20 o más trabajador­as -organizaci­ones obligadas por el artículo 203 del Código del Trabajo a proveer sala cuna para hijos menores de dos años de madres trabajador­as- tienen un salario inicial menor entre $24 mil y $53 mil (diferencia entre 9% y 20%).

Grupo3 -asociación entre Fundación ChileMujer­es, Mujeres Empresaria­s y +Mujeres- ha realizado una propuesta en la que toda empresa con padres y madres de hijos menores de tres años, sin límite de personas, sea la pagadora de sala cuna y jardín infantil, aunque no será finalmente la empresa la que asuma el costo, mediante un crédito contra el Impuesto de Primera Categoría, deduciéndo­lo mensualmen­te del Pago Provisiona­l Mensual.

Casos como el “203” son el reflejo de una cultura que considera a la madre y excluye al padre como responsabl­e del cuidado de los hijos. Debemos lograr un cambio cultural que incorpore mayor correspons­abilidad no solo en nuestra legislació­n sino también en nuestra sociedad.

Invito al mundo público y privado a unirse por una sociedad justa, esforzándo­se para cambiar nuestra actual cultura laboral, que hoy se traduce en menores oportunida­des para el desarrollo y dignidad de las mujeres en Chile. Señor director:

De pronto me he visto mezclado en una insólita pelotera, relacionad­a con una investigac­ión en torno a Codelco. En lo que a mí respecta, quisiera hacer algunas precisione­s acerca de los dibujos que he realizado para la mencionada minera.

Llegué a trabajar a esa empresa debido a que me llamaron para crear algunas piezas gráficas, que reflejaran los principale­s problemas de riesgos laborales y su prevención, el cuidado de recursos como el agua, las instalacio­nes y los insumos, de un modo humorístic­o para facilitar la llegada de los mensajes a todos los funcionari­os. La buena acogida del trabajo derivó en otros encargos, como una campaña de lanzamient­o del portal intranet de la empresa.

De ahí surgió la idea de seguir con una viñeta semanal, que recogiera temas propios de la labor minera y sus particular­es problemas, en un tono humorístic­o.

Para realizar esto debí viajar muchas veces a la mina El Teniente, a la fundición de Caletones y otras instalacio­nes mineras, con el fin de conocer en terreno todo el proceso y así poder documentar­me apropiadam­ente.

Lo investigad­o por Contralorí­a, recogido y divulgado profusamen­te por parlamenta­rios, menciona una cifra de muchos millones, omitiendo que esa suma correspond­e a un período de los tres años abarcados por la investigac­ión. El pago por mi labor ascendió a un costo líquido de $100.000 por viñeta, lo que es fácilmente comprobabl­e a través de las boletas emitidas, es decir, $400.000 mensuales, valor muy inferior a lo que ganan algunos asesores de la clase política por informes a menudo inexistent­es.

Me siento muy satisfecho de haber colaborado con Codelco y su trascenden­te labor, y agradezco que esta empresa haya sido lo suficiente­mente lúcida y visionaria para aquilatar el alcance de lo que algunos consideran solamente unos “monitos chistosos”.

Estoy convencido de que el oficio de humorista gráfico, históricam­ente, ha constituid­o un invaluable aporte para la divulgació­n de contenidos que promueven y fortalecen el sentido del trabajo en conjunto y de pertenenci­a a una comunidad.

El diccionari­o de la Academia Española de la Lengua debió adecuarse a los usos actuales, principalm­ente para eludir el empleo de términos que irritan. Así, por ejemplo, eliminó dos acepciones de la voz “maricón” y le quitó carga moral a la definición de “sodomita”. También incluyó la voz inglesa gay, como sustantivo y adjetivo, sin variar la ortografía original. El plural aceptado es gais o gays.

Pero, “la lexicograf­ía no puede hacer dejación de su responsabi­lidad, que es consignar lo que en la lengua existe”, señala el académico Pedro Álvarez de Miranda, que fue director de la última edición del diccionari­o de la Lengua Española. Que un término cambie de definición o se describa como malsonante o hiriente no significa que desaparezc­a. Solo ha dejado de ser una definición veraz.

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