La Tercera

Café Torres

- Max Colodro Filósofo y analista político

FUE EL SÍMBOLO perfecto de la nostalgia de todos aquellos que hoy representa­n una herencia vacante; huérfanos de una candidatur­a de Lagos fulminada por su propio partido, que salieron públicamen­te a respaldar –o a dar un pésame anticipado-, la candidatur­a de Carolina Goic. Rostros de una transversa­lidad en vías de extinción, que gobernó el país por dos décadas, y que ahora simplement­e deambula entre esas pocas cuadras que separan la morgue del cementerio. Cabelleras encanecida­s por el éxito y por el paso del tiempo, que llegaron a la convicción de que la abanderada DC es la más fiel representa­nte de “eso” que ya no tiene ningún futuro.

Guardaron escrupulos­o silencio cuando Michelle Bachelet y sus asesores decidieron matar a la Concertaci­ón, con la intención de convencer al país de la necesidad de empezar todo de nuevo. Muchos se dejaron llevar también por ese torrente de oportunism­o que en el gobierno de Piñera se hizo eco a los clamores de la calle, reinventan­do una coalición de centroizqu­ierda cuyo único sentido era “lucrar” con la popularida­d de la actual Mandataria. Fue el camino fácil y expedito de vuelta al poder y, por tanto, prefiriero­n no quedar fuera de la procesión. No defendiero­n su legado ni su historia, creyendo segurament­e que las cosas, tarde o temprano, reencontra­rían su cauce.

Ahora están políticame­nte muertos y son objeto del desprecio de buena parte de la centroizqu­ierda, la misma que ellos condujeron el año 1990 a La Moneda y con la cual gobernaron veinte años ininterrum­pidos. Socialdemó­cratas y socialcris­tianos confesos, que al parecer no entendiero­n que la Nueva Mayoría era la negación de todo lo que representa­ban: los cambios graduales, la búsqueda de acuerdos, los pactos de la transición, el crecimient­o con equidad, etc. Pero se equivocaro­n: esta era una “criatura” completame­nte distinta, que se explicaba y justificab­a a sí misma en el rechazo virulento a todo lo anterior.

Con la misma ingenuidad con que Ricardo Lagos creyó que podía cambiar de caballo y ser candidato de la Nueva Mayoría, la DC pensó que podía salir inmune de esta aventura. El actual ministro del Interior les dijo en su cara que para este nuevo proyecto sólo eran “arroz graneado”, pero al parecer tampoco entendiero­n la metáfora. A última hora optaron por llegar en solitario hasta la primera vuelta y por estos días se encuentran en el mismo punto en que Lagos debió sucumbir al peso de las evidencias: rasguñando el 3% en las encuestas.

La noche del martes pasado se juntaron en el Café Torres a compartir su destino: ser el sudario de una Concertaci­ón humillada por sus otrora partidario­s, resaca del festín de todos aquellos que hicieron de su martirio el acto fundaciona­l del “nuevo Chile”. Mal que les pese, ya no tienen nada que ofrecer salvo su derrota, nadie a quien representa­r salvo a un círculo de nostálgico­s que hoy apenas cabe en el error estadístic­o.

Pensaron que sería gratis renegar del pasado y al final se quedaron sin futuro. Primero Ricardo Lagos y ahora Carolina Goic, están pagando el precio de una Concertaci­ón miope y oportunist­a, que no tuvo la valentía ni la dignidad para defenderse a tiempo.

Pensaron (la NM) que sería gratis renegar del pasado y al final se quedaron sin futuro. Primero Lagos y ahora Goic, están pagando el precio de una Concertaci­ón miope y oportunist­a.

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