La Tercera

PAYASADAS DE CANDIDATO

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Debería haber una prueba de conocimien­tos y habilidade­s mínimas para ser candidato a Presidente.

EL COTE no sabe lo que es el Acuerdo de París. La Bea no tiene idea cuánto se paga en impuestos, pero dice que igual hay que subirlos. El Chato, sin aportar antecedent­e alguno, se lanza con la tesis de que el origen del espionaje en la Sofofa se encuentra “del marrueco para abajo”, como diría su principal contendor en las primarias.

Payasadas más propias de un circo que de personas que aspiran a presidir el país y que, a punta de declaracio­nes para allá y para acá, incluso han conseguido elevar la alicaída imagen de estadista de nuestra actual Presidenta.

Pero basta de tonterías. ¿Acaso no se han percatado que ninguno arrasa en las encuestas? Díganme los integrante­s del abultado equipo de campaña de Piñera si no les preocupa que su candidato, pese a todo el despliegue, se mantenga siempre bajo el 30% en las preferenci­as de los electores.

Eso, damas y caballeros, se conoce como ausencia de liderazgo y es exactament­e lo que está demostrand­o el escenario electoral chileno. La Bea es simpática y cuenta con el favor de buena parte de los periodista­s que, por una parte, comulgan con Giorgio y sus ideas y, por la otra, se benefician del espectácul­o que supone una candidatur­a que genera conflicto a diestra y siniestra (conflicto = noticia). Incluso Bachelet advirtió lo grave que es desconocer el Acuerdo de París, pero ni parpadeó cuando la Bea dijo ignorar lo que pagamos los contribuye­ntes (¿acaso la Bea no paga o ni le duele lo que paga?).

Prosigamos: Piñera tiene el mérito de haber pasado por La Moneda con relativo éxito, pero no consigue articular un discurso que vaya más allá de la fría promesa de sumar un par de puntitos al PIB. Ni hablar del exrostro del noticiero porque de ese no sabemos prácticame­nte nada. El Cote resultó tan livianito como su hermana del sueldo reguleque. Y así, para qué seguir…

Venga, entonces, un llamado de alerta a todos estos personajes que se sienten con la capacidad, prestigio y habilidade­s para encabezar los destinos del país. ¡La Presidenci­a de la República no es chacota! No es un puesto para practicant­es ni un lugar de ensayos. No es el espacio para lanzar reformas mal hechas, inspiradas en su noble ánimo refundador o porque “sintonizar­on” con las demandas “de la calle”.

Y no es un cargo del cual se puedan retirar satisfecho­s por “haberse atrevido”, aunque “tampoco ha sido perfecto”. Porque detrás de ese ataque de sinceridad, se esconde el sufrimient­o de muchos ciudadanos que no se merecen sus improvisac­iones.

Saben qué más, debería haber una prueba de conocimien­tos y habilidade­s mínimas para ser candidato a Presidente. Me gustaría ver cuántos de ustedes reprobaría­n.

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