¿Globalización?
LA ECONOMÍA mundial ha vivido un proceso acelerado de globalización, que aparentemente está llegando a su fin. El comercio internacional ha crecido más rápido que el producto mundial, la inversión extranjera directa por multinacionales se ha multiplicado varias veces, y los flujos de capital financiero internacional han venido a dominar las finanzas nacionales de un círculo creciente de países.
Por último, las enormes y aceleradas migraciones están tensionando fuertemente a las sociedades receptoras. Todo este conjunto de fenómenos ha ido acompañado por la irrupción de China en la economía mundial y por el hecho que los seres humanos estamos siendo reemplazados por robots en esferas crecientes de nuestro quehacer.
Si bien este proceso ha traído beneficios, también ha tenido costos, estos últimos con- centrados en grupos sociales que no han estado suficientemente protegidos de la disrupción que ha conllevado la globalización. En muchos países, el empleo de calidad ha disminuido o los salarios están estancados desde hace décadas, o ambos. En algunos países europeos, el desempleo no baja de dos dígitos.
El malestar y la reacción de los desplazados se ha hecho sentir en forma potente en estos últimos tiempos: la elección de Trump y sus amenazas al comercio y a la inversión internacionales; el Brexit, y el más de un tercio de votos conquistados en la reciente elección francesa por Marine Le Pen, candidata xenófoba y anti Unión Europea.
Pero no desechemos la globalización todavía. El problema básico es que ella ha sido acompañada por una ralentización muy marcada en el crecimiento que
Necesitamos un nuevo acuerdo global para que una economía mundial cada vez más integrada funcione para todos e incorpore nuevos actores.
ha dificultado el ajuste de las economías nacionales a las nuevas realidades. Se hace indispensable volver a plantearse las reglas básicas de la globalización, dotándola de una gobernanza más potente. Esto implica trabajar hacia un nuevo acuerdo internacional como el que dio inicio al auge sin precedentes de la posguerra, con la creación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en Bretton Woods en 1944. Necesitamos un nuevo acuerdo global para que una economía mundial cada vez más integrada funcione para todos e incorporando a los nuevos actores que han aparecido y que continuarán haciéndolo.
¿Y nosotros, país pequeño, vulnerable y alejado de las decisiones que moldean a la economía mundial? Volvamos a replantearnos la integración regional, ahora en serio, con nuestros socios de la Alianza del Pacífico y otros que quieran sumarse. ¿Por qué no darle un impulso a un esfuerzo de infraestructura regional que reduzca los costos de transporte y comunicaciones en América Latina, liderado por nuestras instituciones regionales (BID, CAF)? La nueva Ruta de la Seda que acaba de proponer China debía servir de inspiración a una iniciativa latinoamericana. La integración financiera debería también estar en la agenda, así como la creación de un verdadero Fondo Monetario Latinoamericano (a partir del existente Fondo Latinoamericano de Reservas), que sirva de marco y regulador de la integración financiera.