Trump anuncia “nueva política” y entierra el deshielo con Cuba
► Se limitan los viajes a la isla y se prohíbe el comercio militar. ► Se trata de un triunfo parcial para el anticastrismo.
Donald Trump decidió llevar el frío a Cuba. Treinta meses después de que Barack Obama iniciase el histórico deshielo con La Habana, el Presidente de EE.UU. dio marcha atrás en el proceso de apertura. Así, limitó los viajes a la isla, prohibió el flujo comercial con el conglomerado militar (que controla el 60% de la economía) y retomó la retórica del látigo. “Ha nacido una nueva política. Doy por cancelado el acuerdo de Obama. No apoyaremos al monopolio militar que oprime a los cubanos”, clamó Trump en un triunfo parcial de la línea dura auspiciada por el anticastrismo.
Trump es imprevisible en todo, salvo en demoler el legado de Obama. En ese terreno, el Presidente camina en línea recta y siempre que puede golpea. Lo hizo con el Obamacare y ahora lo intenta con Cuba. El resultado, como es habitual en él, resulta irregular. Ni ha podido desmontar toda la reforma a la salud ni cerrar ahora por completo las puertas a Cuba. En ese sentido, pese a la grandilocuencia de su discurso, la marcha atrás no es total. Algunas medidas permanecen. No se cierra la embajada de La Habana, no se prohiben los vuelos comerciales Trump dio a conocer
ayer una “nueva política” hacia Cuba, aunque en estricto rigor, se mantiene el
histórico deshielo.
Ahora se exigirá un
mayor control administrativo en cada viaje a la isla. No se tocan los viajes de cubanoamericanos.
También se prohíbe el
flujo comercial con el conglomerado militar y se retoma la
retórica del látigo. ni los cruceros y tampoco se restituye la política de pies secos, pies mojados que permitía a los cubanos entrar sin visa en EE.UU.
Pero el golpe no deja de ser duro. Los días de la gran diplomacia estadounidense han terminado. El delicado juego de equilibrios que desplegó Obama, los contactos secretos con el Vaticano, el saludo mismo del Presidente de Estados Unidos y Raúl Castro en Panamá son des- de ayer parte del pasado.
Con Trump, Cuba vuelve a correr por el campo de tiro. Cualquier avance bilateral quedará supeditado a la aprobación ideológica de Washington. “Sabemos lo que pasa ahí y no lo olvidamos. Cuba debe legalizar los partidos, permitir elecciones supervisadas, liberar los presos y entregar a los fugitivos. Mientras no haya libertad, habrá restricciones”, dijo Trump en el simbólico Teatro Manuel Artime.
Fue un discurso beligerante, destinado a inflamar a los anticastristas. Bajo continuas apariciones de víctimas de los Castro, Trump lanzó todo su fuego contra el régimen. Lo acusó de dar amparo a criminales y fugitivos, lo vinculó con Corea del Norte, con el terrorismo internacional y con el volcán venezolano.
También, Trump va a exigir un mayor control administrativo de cada viaje y se dispone a estrangular una de las modalidades más extendidas, la denominada “persona a persona”, que permite desplazarse a Cuba fuera de grupos organizados alegando motivos educacionales. No toca, sin embargo, los viajes familiares de cubanoamericanos, básicos para las remesas y la subsistencia de negocios particulares en la isla.b