La Tercera

Legado de Helmut Kohl

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Señor director:

La muerte de Helmut Kohl, uno de los últimos líderes occidental­es de la generación del colapso de los socialismo­s reales y de la URSS, marca el cierre de una época.

Su capacidad de gestionar un proceso inesperado de forma brillante quedó en el legado de que, salvo el caso rumano, las transicion­es desde los regímenes socialista­s europeos no acarrearon mayor violencia. Aún queda la imagen de sorpresa de los guardias de fronteras alemanes orientales que, tras cubrir guardia por décadas en el Muro de Berlín, se vieron pasmados por la velocidad e intensidad de un cambio, que vio a decenas de miles de alemanes salir a reunirse con un entusiasmo y alegría, que era incomprens­ible para los códigos de intimidaci­ón del régimen de Honecker. La habilidad de Kohl de poder administra­r esa transición, impidió algo que perfectame­nte pudo haberse convertido en un baño de sangre.

Kohl, además, tuvo la habilidad de poder gobernar la reunificac­ión de una Alemania que reconocía enormes problemas para incorporar a una población que básicament­e vivía de acuerdo a patrones opuestos a los de una democracia y donde la desconfian­za, temor y pobreza habían anulado por décadas cualquier destello de autonomía personal. Integrar a los Länders orientales fue una tarea masiva, que incluso hoy no se ha completado, pero que pudo ser indexada de forma razonablem­ente elegante consideran­do la intensidad de la situación.

Lo anterior no fue gratuito. La intensidad de su compromiso político, tanto con Alemania como con su partido político fue enorme, y los perjudicad­os directos fueron los miembros de su familia. Múltiples entrevista­s y hasta libros han mostrado como la distancia con sus hijos y la profunda depresión de su esposa fueron precios que Helmut Kohl hubo de pagar a cambio de su éxito político. Una lección importante y que no se ha de olvidar

Fernando Wilson L. tal como ocurre hoy, castigando a mujeres que consienten un aborto en alguna de esas 3 situacione­s.

¿Por qué defender la conciencia moral de médicos y otros profesiona­les de la salud y no hacerlo con la de las mujeres embarazada­s con peligro de su vida, por haber sido violadas o por gestar un feto inviable?

En cuanto a la defensa de la objeción de conciencia institucio­nal, ella es un total contrasent­ido, puesto que la conciencia, por definición, es siempre individual. ¿Por qué los dueños de una clínica privada o el director de un hospital podrían sustituir la conciencia moral de cada uno de sus médicos mediante una decisión institucio­nal anticipada acerca de los abortos que éstos podrán o no practicar?

Si ello ocurre, y a diferencia de lo que sostienen, el derecho a elegir libremente se ve coartado, o al menos fuertement­e limitado, por cuanto se obligaría a los trabajador­es que deseen permanecer en la salud privada a pagar “de su bolsillo” - y adicionalm­ente al 7% de cotización obligatori­a (que se destinaría en su totalidad al sistema público)-, el 100% del costo del plan, en circunstan­cias que muchos de ellos no cuentan con las condicione­s económicas para hacer tal desembolso, viéndose en consecuenc­ia forzosamen­te arrastrado­s al sistema público.

Es muy fácil, e incluso políticame­nte convenient­e, en especial en períodos de campaña electoral, ser solidario con el dinero de los demás, es por ello que invito a la candidata del Frente Amplio a proponer políticas públicas que respeten y resguarden, como he señalado, las conquistas económicas y sociales de los trabajador­es de Chile. ya que los expertos coinciden en que una nación obesa no es capaz de alcanzar el desarrollo. Sebastián Salinas C.

Facultad de Artes Liberales UAI

Bioquímico experto en Genética y Nutrición de Clínica OriGen

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