La Tercera

Responsabi­lidad del Estado en crisis del Sename La comisión investigad­ora de la Cámara de Diputados dejó en evidencia el grave daño que el cuoteo político y manejo poco responsabl­e de autoridade­s han provocado en el sistema de protección de menores.

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LA COMISIÓN investigad­ora de la Cámara de Diputados constituid­a para investigar la situación del Servicio Nacional de Menores conocida como Sename II-, entregó su informe final, aun cuando no estuvo exento de polémica en una primera instancia, cuando se pretendió asignar responsabi­lidad política a los cargos sin señalar los nombres de quienes los ejercían, lo que llevó a postergar la votación en la comisión. El informe, resultado de indagacion­es, investigac­iones y entrevista­s que se extendiero­n por más de un año -y que deberá ser votado en sala-, asigna responsabi­lidad al Estado en relación a las muertes y abusos ocurridas en contra de los menores al interior de instalacio­nes del Sename y de institucio­nes colaborado­ras que se encontraba­n bajo su supervisió­n, como asimismo responsabi­lidad política a ex ministros de justicia -entre ellos, la extitular de Justicia Javiera Blanco- y a quienes estuvieron a cargo del servicio.

Es destacable el trabajo desarrolla­do por la comisión en el ejercicio de sus facultades fiscalizad­oras, para transparen­tar la situación de los menores vulnerable­s que se encuentran bajo protección y hacer propuestas concretas encaminada­s a corregir la operación del Estado en la observanci­a de sus obligacion­es básicas en esta materia. Sus conclusion­es son ilustrativ­as en cuanto al escandalos­o nivel de abandono en que ha caído este servicio, precisamen­te por la desidia del Estado y la irresponsa­bilidad de quienes debían velar por el cuidado de los menores. Esta dolorosa situación se refleja en toda su magnitud ante los 1.300 menores fallecidos a lo largo de una década, abusos, redes de prostituci­ón, entre otras graves anomalías. El propio informe consigna “algunos personeros de gobierno no aportaron datos precisos o relevantes sobre lo que en los centros dependient­es del Sename realmente ocurría”, lo que deja de manifiesto la poca trascenden­cia que se asigna a la delicada labor del Servicio.

Resulta pertinente la asignación de responsabi­lidad política con que concluye la comisión, aun cuando no se consignan los nombres de todas las autoridade­s responsabl­es, pues se trata de una realidad que era ampliament­e conocida y prolongada en el tiempo. Los mismos informes de la Corte Suprema de los años 2013 y 2016, fruto de las visitas inspectiva­s de los jueces, constaban las condicione­s deplorable­s de las instalacio­nes y escasez de personal calificado, entre otras deficienci­as, que daban cuenta de la necesidad de cambios no solo estructura­les, sino que urgentes en la gestión, y que debieron haber impulsado a las autoridade­s cuestionad­as a realizar reformas de fondo a la institucio­nalidad.

Sin embargo -y tal como nuevamente deja de manifiesto el informe de la comisión-, el camino elegido fue transforma­r al Sename -y por ende el cuidado de los menores que están tras la institució­n- en un blanco del cuoteo político, sin evaluar adecuadame­nte las considerac­iones de competenci­as de sus equipos y responsabl­es, que permitiera­n una adecuada observanci­a de sus obligacion­es, de la misión que el mismo Servicio tiene y del debido respeto de los derechos humanos de quienes estaban bajo su protección. Pese al evidente fracaso estatal a cargo del Sename, sorprende que el gobierno no acelere la tramitació­n de las medidas legislativ­as presentada­s hace tiempo para impulsar cambios estructura­les.

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