La Tercera

Científico­s encuentran cochayuyo en la Antártica

► Son trozos del alga que flotan hasta el continente blanco, pasando una barrera que no se sabía que pudieran traspasar.

- Cristina Espinoza. Erasmo Macaya

A pesar de su nombre científico, el cochayuyo (Durvillaea antarctica) no está presente en la Antártica. El alga parda se distribuye entre la Región de Coquimbo y Magallanes, además de en Nueva Zelanda, pero este año, durante la Expedición Científica Antártica (ECA) 53°, de febrero, un grupo de investigad­ores del Centro de Investigac­ión Dinámica de Ecosistema­s Marinos de Altas Latitudes (Ideal), la detectó en las cercanías de la Base Escudero, en Bahía Fildes, isla cercana a la Península Antártica.

Para llegar hasta allí, los ejemplares debieron atravesar la corriente Circumpola­r Antártica y el Frente Polar Antártico, considerad­os barreras que impiden el paso de organismos de un lugar a otro. Los investigad­ores ahora estudian cómo lo logró.

“Se demuestra que algunas especies pueden cruzar el Frente Polar Antártico”.

Sin reportes

Hasta ahora se sabía que cerca de 70 millones de parches flotantes de cochayuyo estaban alrededor de la corriente Circumpola­r Antártica (que gira en sentido oesteeste alrededor del continente), pero no habían reportes de que las láminas flotantes (las mismas que se venden para consumo humano), pudieran cruzar. “Se demuestra que algunas especies pueden cruzar el Frente Polar Antártico, que impide el paso o la dispersión entre Sudamérica y Antártica. Que ciertos organismos tengan capacidad de llegar es relevante”, señala Erasmo Macaya, investigad­or de la Uni- versidad de Concepción y del centro Ideal.

Los investigad­ores encontraro­n dos muestras de la especie, evidencia de que pueden pasar la corriente, pero además llevar organismos en su cuerpo; moluscos o crustáceos, por lo que se puede transforma­r en un vehículo de dispersión. “Eran trozos bastante grandes, un metro y medio tenía uno de los trozos que encontré y estaba reproducti­vo. Son ejemplares adultos, uno tenía crustáceos sobre el cuerpo, indicadore­s de que llevan harto tiempo flotando”, indica Macaya.

Los análisis ahora permitirán saber cuánto tiempo estuvo flotando, y a través de la genética, su fuente potencial de origen, que podrían ser las islas subantárti­cas.

Macaya sostiene que a corto plazo no debería tener impacto, pues son trozos pequeños, pero si sigue ocurriendo podría servir para el desplazami­ento de especies.

En un contexto de cambio global donde se proyecta el incremento de la temperatur­a del mar, podría ser más recurrente y tener consecuenc­ias.b

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FOTO: ERASMO MACAYA ►► Un trozo de cochayuyo encontrado en Bahía Fildes.

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