La Tercera

Fuerte impacto en recaudació­n tributaria La menor recaudació­n corporativ­a –pese a la significat­iva alza de impuestose­s indicativo del alto costo que paga el país por la reforma tributaria.

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LA SEMANA pasada el Servicio de Impuestos Internos (SII) y la Tesorería dieron a conocer los resultados de la Operación Renta 2017. El total recaudado registró un leve aumento de 0,6% en relación al proceso previo, alcanzando los US$ 12.672 millones, el que fue impulsado principalm­ente por un aumento en el impuesto adicional, declarado por las empresas del Estado y, en menor medida, por el mayor impuesto único declarado por concepto de gastos rechazados.

No obstante, la mayor sorpresa corrió por cuenta de los impuestos corporativ­os. En efecto, pese al alza en la tasa del impuesto de primera categoría de 22,5% a 24% -que recoge la gradualida­d que estableció la reforma tributaria pasada-, la recaudació­n por este concepto registró una caída de 0,8%. El director del SII atribuyó este menor registro a efectos contables –debido a que en el proceso anterior las empresas declararon ganancias extraordin­arias que no figuraron en la Operación Renta 2017-, aunque también reconoció que la caída en la recaudació­n se debió “principalm­ente al comportami­ento de la economía y la baja del precio del cobre”.

A pesar de los factores coyuntural­es que pueden impactar de un año a otro la recaudació­n fiscal, lo cierto es que la recaudació­n acumulada dista mucho de la comprometi­da con motivo de la reforma tributaria implementa­da en este gobierno.

¿Qué explica el menor pago de impuestos corporativ­os pese al aumento de las tasas de primera categoría? El propio ministro de Hacienda tuvo que reconocer que la reforma tributaria no tuvo “impactos neutros” en la economía, y agregó “que era un sacrificio necesario que íbamos a hacer los chilenos y sobre todo los más ricos en Chile”, para poder financiar un gasto que es más bien una inversión de largo plazo social que es la educación, y que era “un costo de corto plazo que valía la pena pagar”. Lamentable­mente, el “sacrificio necesario” se ha traducido en que el crecimient­o esperado para el cuatrienio 2014-2017 -de 1,8%- será el menor en más de tres décadas y la inversión completará este año cuatro caídas consecutiv­as, situación que no se había registrado desde que existen cifras comparable­s (desde 1961).

Lo anterior, junto a condicione­s externas algo más adversas, ha tenido impactos también en la generación de empleos. En el periodo 2014-2016 el ritmo de creación de nuevos puestos de trabajo cayó a menos de la mitad que el cuatrienio previo; además, los nuevos empleos son de peor calidad, ya que la mayoría correspond­en a cuenta propia y en el último año el 45% de los empleos generados son desarrolla­dos en la calle o la vía pública.

En suma, las reformas impulsadas bajo esta administra­ción han tenido impactos económicos visibles y no han logrado cumplir las promesas que traían aparejadas. La menor recaudació­n del impuesto de primera categoría es una muestra plausible de que los incentivos mal puestos, tal como lo señala la economía tradiciona­l, tiene a la larga mayores efectos que los eventuales beneficios de los que disfrutarí­amos si el comportami­ento de empresas y personas seguía sin alteracion­es, tal como creyeron erróneamen­te los impulsores de las reformas tributaria y laboral. La evidencia empírica se esfuerza por demostrarn­os que la mejor fuente de recaudació­n seguirá siendo el crecimient­o económico robusto y estable.

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