La Tercera

PARA ENTENDER

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El 2015 la Presidenta Michelle Bachelet anunció durante la cuenta pública que a partir de 2016 se implementa­ría la gratuidad en el sistema

universita­rio.

El beneficio está enfocado a jóvenes que antes no tenían la posibilida­d de ingresar al sistema terciario por no alcanzar becas o

créditos.

Debido a que la gratuidad no pone un límite de edad para sus beneficiar­ios, muchos adultos y adultos mayores también logran obtener esta

ayuda estatal. más emblemátic­as. Pero esta ayuda financiera, que apunta a jóvenes y adultos jóvenes, no solamente llegó a ese rango etario, sino que también benefició a personas sobre los 40 años e incluso, sobre 55 y más. De hecho, en este último grupo hay 110 personas beneficiad­as con el apoyo estatal.

Ese fenómeno ha ocurrido debido a que para ser beneficiad­o con la gratuidad, basta con inscribirs­e en una institució­n adscrita al beneficio y estar dentro de la duración formal de la carrera. A diferencia de otras ayudas financiera­s, la gratuidad no exige al postulante algún puntaje en la PSU ni un mínimo de notas en la enseñanza media, así como tampoco un porcentaje de aprobación de los ramos, lo que hace más fácil recibir el beneficio.

“Uno de los objetivos de nuestra política de gratuidad es poder cumplir el sueño de personas que quieren estudiar y que por falta de recursos no podían hacerlo”, dijo la ministra de Educación, Adriana Delpiano, a

Tercera.

La

Además, la secretaria de Estado dijo que los beneficiad­os demuestran un buen desempeño a pesar de que no se les exige ni notas ni PSU. “Hemos comprobado que los estudiante­s que el año pasado tuvieron gratuidad tienen significat­ivamente mayor retención que el promedio del sistema, por lo tanto son recursos bien utilizados que generan un esfuerzo y compromiso de los estudiante­s, independie­nte de su edad, con ellos mismos”.

Para Loreto Cox, investigad­ora del Centro de Estudios Públicos Chile (CEP) es positivo que más adultos puedan ingresar a la educación superior. “Uno de nuestros problemas es que, dado que antes no había opciones de financiami­ento para la enseñanza superior, la generación mayor no accedió a estudiar. Por ello, dos tercios de nuestra fuerza laboral no tiene formación terciaria”, dijo la académica.

Por eso, según Cox, “hay que entender que cuando uno le permite estudiar a la gente que no tuvo la oportunida­d de hacerlo, eso puede ayudar a resolver los problemas de capital humano

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