Carmina Burana: 80 años del hit clásico que gustó a los nazis
Para la inauguración de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, los nazis decidieron que había que recurrir a los mejores cerebros alineados con el régimen. No eran tantos como los que hubieran querido, pues gran parte de los intelectuales había abandonado el país, pero ahí estaban, entre otros, la cineasta Leni Riefenstahl, el arquitecto Walter March y el compositor Carl Orff. La primera creó el controvertido e influyente documental Olympia, el segundo diseñó junto al futuro criminal de guerra Albert Speer el Estadio Olímpico de Berlín y Carl Orff compuso una partitura especial para los juegos.
Lo que había escrito Orff era una serie de danzas de estilo medieval, a menudo con flautas dulces, panderetas y percusión, similar a algunos de los segmentos más alegres de Carmina Burana, la obra en la que trabajaba paralelamente y que sería su pieza más conocida. De cierta manera, el germen de la popular cantata escénica para solistas, coro y orquesta ya estaba en aquella pequeña creación por encargo.
Durante las décadas siguientes (Carl Orff vivió 86 años y murió en 1982), el compositor logró un reconocimiento local y universal poco común para un músico clásico, y en el origen de toda esa fama estaba siempre Carmina Burana.
A 80 años del estreno de la cantata basada en textos medievales profanos, Orff permanece asociado al original uso que hizo de sus investigaciones históricas en el campo musical. Poco se ha hablado, sin embargo, de sus relaciones con el nazismo, tal vez como también se ha escudriñado escasamente en las conexiones de otros compositores con el totalitarismo. En Alemania está además el ejemplo de Richard Strauss (más importante que Orff y creador del famoso poema sinfónico Así habló Zarathustra) y en la ex Unión Soviética, el caso de Sergei Prokofiev.
Obra recurrente entre las orquestas y coros de todo el orbe, Carmina Burana ha tenido un especial lugar en Chile: es un clásico del Ballet Nacional Chileno (Banch) desde que el alemán Ernst Uthoff estrenó la versión coreográfica en 1953 y se interpreta casi todos los años. Desde la próxima semana, la Orquesta Sinfónica de Chile la retoma con presentaciones el viernes 7, sábado 8,