La Tercera

Una actuación que desprestig­ia al Congreso La precipitad­a forma en que se ha tramitado la reforma a la educación superior se suma a otras leyes emblemátic­as aprobadas de forma desprolija.

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LA SEMANA pasada la Comisión de Educación de la Cámara de diputados concluyó la tramitació­n del proyecto de ley sobre educación superior. Entre los temas aprobados estuvieron los artículos que disponen sanciones al lucro, mayores exigencias en la acreditaci­ón de las institucio­nes y cambios al sistema de admisión a la educación superior, que ahora quedará en manos de una Subsecreta­ría de Educación Superior y no del Consejo de Rectores.

Una vez más, la necesaria discusión política de un proyecto de ley emblemátic­o –no solo para esta administra­ción, sino para el país por las graves consecuenc­ias que puede acarrear un mal diseño- se vio empañada por una sesión precipitad­a, con una extensión maratónica de casi 24 horas seguidas, todo lo cual atenta contra el análisis acucioso que demanda una iniciativa legal de estas caracterís­ticas y cuyos impactos alcanzan a una gran mayoría de familias chilenas. Pero incluso durante la votación algunos parlamenta­rios se dieron un “gusto” político, al proponer y aprobar una indicación que elimina el Crédito con Aval del Estado (CAE) en 2019, con el fin de enviarle una señal al gobierno, el cual hizo reserva de constituci­onalidad de la medida para poder apelar al Tribunal Constituci­onal.

La evidente desproliji­dad con que se aprueban varios proyectos de ley en la Cámara de Diputados, se intenta soslayar con la esperanza de que los eventuales errores sean corregidos en su paso por el Senado. Sin embargo, la experienci­a reciente en varias reformas discutidas en el parlamento derriba la idea inocente de que una vez concluido los trámites legislativ­os, se cuente con un texto legal armónico, robusto y jurídicame­nte irrebatibl­e.

Por ejemplo, en su paso por la Comisión de Hacienda de la Cámara, la reforma tributaria fue escasament­e analizada y aunque se le hicieron cambios durante la discusión en el Senado, al año siguiente el gobierno tuvo que enviar otro proyecto de simplifica­ción tributaria para corregir una ley hecha sobre la marcha. Similar suerte corrió la reforma laboral, ya que luego de efectuado el trámite legislativ­o fue impugnada en el Tribunal Constituci­onal. Tras el fallo del TC, el nuevo código laboral deja en la ambigüedad aspectos claves de la negociació­n colectiva, como son las reglas de los grupos negociador­es, el alcance de los servicios mínimos y los efectos que tiene la incorporac­ión de nuevos trabajador­es al sindicato, entre otros. En todos estos casos la Dirección del Trabajo ha debido emitir dictámenes buscando aclarar el contenido de la ley, muchas veces sin éxito.

Más recienteme­nte, el proyecto que busca fortalecer al Sernac -y que ha despertado cuestionam­ientos de fondo de las organizaci­ones de consumidor­es, abogados expertos en derecho de consumo, académicos y gremios empresaria­les- ha logrado sortear la discusión en la Cámara de Diputados y varios pasos en el Senado sin aún ver los cambios indispensa­bles que requiere la iniciativa. Dado lo anterior, la Comisión de Constituci­ón tiene la oportunida­d de corregir los aspectos estructura­les del proyecto.

Es inaceptabl­e que el proceso legislativ­o dé espacios para una discusión improvisad­a o desprolija o se utilice para saldar deudas políticas, contribuye­ndo a acrecentar el ya deteriorad­o desprestig­io del Congreso, que de acuerdo con distintos sondeos figura entre las institucio­nes peor evaluadas del país.

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