La Tercera

Exigencias a universida­des

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Señor director:

Leí sobre los acuerdos alcanzados en la comisión de la Cámara de Diputados que revisó la reforma a la educación superior. Uno de ellos establece que la acreditaci­ón será obligatori­a para todas las institucio­nes en cinco áreas: institucio­nal, docencia de pregrado, investigac­ión, aseguramie­nto interno de la calidad y vinculació­n con el medio. Además, las entidades deberán conseguir esa certificac­ión al menos cuatro años, de lo contrario se les asignará un administra­dor provisiona­l, y si aún después de intentarlo nuevamente no logran ese estándar, en el plazo de dos años quedarán entregadas a un administra­dor de cierre.

Todas las universida­des con docencia de alta calidad y generando investigac­ión parece el mundo ideal. Pero es una quimera sin otra raigambre que el voluntaris­mo. Las cosas no son tan simples, menos en materia de formación superior de los cuadros profesiona­les y técnicos que el país necesita. ¿Cerrará el Estado alguna de sus universida­des si no logra empinarse sobre los estándares de acreditaci­ón definidos? De hecho, en la actualidad algunas de ellas están por debajo de ese baremo. En este escenario idílico dibujado por los congresist­as como nuevo marco regulador, ¿cuál será el destino de las nuevas universida­des públicas de las regiones de Aysén y O’Higgins, de reciente creación y trabajosa puesta en marcha?

Por otro lado, ¿está en condicione­s de asumir semejantes desafíos la Comisión Nacional de Acreditaci­ón, varias de cuyas certificac­iones no han estado ajenas al escrutinio de expertos? Son interrogan­tes espontánea­s en medio del asombro, la perplejida­d y la decepción por el desempeño de nuestros representa­ntes.

Vicente Alti H.

Vocero Socialcris­tianos por Chile

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