La Tercera

Las coalicione­s frente al mensaje de las urnas

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La fuerza que busca cambios para volver al modelo que dio éxito al país ha resultado más convocante que aquella que busca radicaliza­r las reformas.

LAS DISTINTAS coalicione­s políticas del país se han abocado a decantar los resultados que arrojaron las primarias presidenci­ales del domingo pasado, las que han provocado un cambio en el mapa electoral, producto del alto flujo de votantes que lograron convocar, especialme­nte en la centrodere­cha, superando cualquier pronóstico previo. Dos son las señales que saltan de inmediato a la vista: la fuerte movilizaci­ón que se despertó entre las huestes de Chile Vamos, y lo acotada de la votación del Frente Amplio, que a pesar de ser una fuerza naciente y supuestame­nte portadora de un amplio descontent­o, solo convocó a 325 mil electores.

La responsabi­lidad que recae ahora sobre Chile Vamos es alta, porque a dicha coalición se le ha entregado un voto de confianza para que impulse una reorientac­ión que logre devolver las bases del crecimient­o de nuestra economía. En la medida que los electores de centrodere­cha concurrier­on masivament­e a participar de estas primarias, ello no solo es probableme­nte reflejo de su preocupaci­ón por el actual rumbo que ha tomado el país, sino también un consentimi­ento implícito al programa de cambios que han propuesto las distintas candidatur­as del sector, en particular la que encarna el expresiden­te Sebastián Piñera, quien obtuvo un claro triunfo.

Parece evidente que si un número importante de votantes se ha movilizado en favor de un cambio, es porque rechaza un programa de reformas que ha enfatizado la radicaliza­ción y falta de consensos, favorecien­do en cambio su reorientac­ión. Ello implicará que deberán revisarse aspectos muy complejos como la estructura tributaria, la legislació­n laboral y la gratuidad en educación superior. Si bien en todas ellas la candidatur­a de Sebastián Piñera ha propuesto introducir cambios, ahora que cuenta con un mandato nítido de sus propias bases se debería facilitar la tarea de perfilar mejor la intensidad de dichas modificaci­ones y no temer a los cambios intensos cuando así lo amerite, cuidando que dichos cambios cuenten con la debida sustentabi­lidad técnica. Para ello las contribuci­ones del equipo de Felipe Kast pueden resultar muy valiosas.

Pero así como los electores de la centrodere­cha han dado una señal de cambio, la discreta votación que obtuvo el Frente Amplio en relación a las expectativ­as que el propio conglomera­do se había fijado, y lo concentrad­a de su votación en ciertas zonas geográfica­s del país, dan cuenta del erróneo diagnóstic­o que ha sustentado la izquierda más radicaliza­da, asumiendo que el país está al borde un abismo. Es llamativo que este movimiento ni siquiera haya logrado capitaliza­r en términos de votos el descontent­o que, por ejemplo, encarna “No más AFP”, y que el universo de votantes jóvenes -donde se supone que está su gran potencial- no haya variado mayormente de lo que suele registrar la izquierda extraparla­mentaria.

El tropiezo del Frente Amplio es también decidor en el caso de la Nueva Mayoría, que se debate entre aquellos que buscan apuntar hacia el centro, versus aquellos que claman por “izquierdiz­ar” la coalición. La voluntad de enmendar el rumbo hacia el modelo que tanto éxito le trajo al país en décadas previas ha sido en estas primarias más convocante que el giro hacia visiones más radicales.

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