Voto histórico de extranjeros
Carlos Williamson Señor director:
El domingo 2 de julio se nos fue de las manos la tercera final consecutiva en tres años en un campeonato de fútbol. Perdimos la Copa pero ganamos en democracia e hicimos historia. Por primera vez los chilenos residentes en el extranjero pudimos ejercer nuestro derecho a voto. Llevo nueve meses viviendo en Berlín y apenas supe que cambiándome de domicilio electoral iba a poder participar de las primarias, hice el trámite y me ofrecí como vocal de mesa, sin pensar que iba a coincidir con la final de la Copa Confederaciones.
Nací en los 80 y he participado en varias presidenciales, municipales y parlamentarias; nunca me ha dado lata ir a votar pero tampoco lo consideré un privilegio, hasta ayer. Jamás esperé ver la genuina emoción de compatriotas que a raíz del exilio y otras causas llevaban cuatro décadas sin votar, ni la alegría de los muchos que llegados a Alemania en su infancia, nunca lo habían hecho. No se me había ocurrido pensar en el Consulado como un lugar de encuentro entre chilenos; siempre lo consideré un recinto al que uno va a hacer trámites. Para mi sorpresa, para muchos es un pedacito de su tierra, un lugar familiar donde encontrarse con otros que también llevaban
Julio Dittborn Cordua
Señor director:
La jornada del domingo fue intensa. Perdimos la Copa Confederaciones. Nuestra selección empezó muy bien, pero los errores costaron caro. Chile estaba jugando bien su partido tras la vuelta a la democracia, pero los últimos cuatro años han sido como el error que permitió el gol de Alemania y que nos quitó la posición de liderazgo con que veníamos jugando y finalmente la Copa. La elección fue importante porque muchas personas decidieron votar. Esta participación se puede interpretar como apoyo a una coalición, pero también como un llamado a cambiar los jugadores de La Moneda.
Chile necesita volver a las grandes ligas y no podemos conformarnos con un segundo lugar. A propósito, el Servel debe dar explicaciones y enmendar