Spiderman, el travieso
guionista (Jon Watts) y nuevo protagónico (Tom Holland): un actor, bailarín y gimnasta británico que, aunque ya cumplió los 21, pasa sin problemas por quinceañero, y ésa es la idea de este reinvento. Una nueva aventura que saca partido a la pertenencia al team de Los Vengadores –en su momento veremos más- y que asume de buena gana su condición de comedia adolescente/colegial.
En esta pasada, Peter Parker no es el fotógrafo independiente que se come los regaños de JJ Jameson. Tampoco hizo falta recontar la historia de la araña que lo picó ni volver a sus amoríos con Mary Jane. En el momento en que nos encontramos, Parker ha sido “reclutado” por Tony Stark, el mismísimo Iron Man (Robert Downey Jr.) como un becario/aprendiz. Pero Peter, como perro nuevo, no tiene mucha dignidad y se la pasa esperando que lo convoquen para una misión. Dado que no lo convocan nunca y que el chico no es de tolerar mucho las frustraciones, termina él mismo asignándose tareas de superhéroe. Pero es torpe, cándido y ansioso, lo que deriva en todo tipo de chascarros que deberá superar si quiere atrapar al villano de turno (Michael Keaton). En ese tono de héroe acontecido e involuntariamente cómico, la cinta se juega exitosamente el pellejo.
Prodigio de diseño demográfico y de ingeniería narrativa, esta película no pierde un segundo. No lo pierde en las correrías escolares apoyada en un sólido set de secundarios- ni en la competente espectacularidad de batallas, derrumbes y persecuciones, donde se muestra igual de expedita y cumplidora. Probablemente no sea la cumbre del entertainment, pero con lo que propone, ya estamos.