La Tercera

Consolidac­ión de la Alianza del Pacífico La fuerte adhesión que nuestro país ha expresado hacia este bloque y sus políticas de libre comercio constituye­n un auspicioso paso.

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HACE POCOS días se realizó en Cali la XII Cumbre de la Alianza del Pacífico (AP), donde los mandatario­s de las cuatro naciones asociadas se dieron cita para abordar estrategia­s que permitan una mayor integració­n regional. En paralelo se desarrolló el IV Consejo Empresaria­l de la Alianza del Pacífico, instancia que reúne a líderes y empresario­s más importante­s de la región.

En la oportunida­d, la Presidenta Michelle Bachelet –quien entregaba la presidenci­a pro tempore y se despedía de esta instancia por el fin de su mandatodes­tacó que “el éxito de esta alianza está impulsado por una convicción que compartimo­s todos los Estados Miembros: la integració­n regional es necesaria y es buena. Es un instrument­o que contribuye a mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos, a promover la inclusión social y la superación de la desigualda­d”. Además, se declaró una gran entusiasta de esta plataforma de integració­n social y comercial.

El reconocimi­ento que hizo la mandataria chilena a la Alianza del Pacífico contrasta con la relativame­nte tibia recepción inicial del gobierno hacia el bloque. Entonces se miraba con escepticis­mo esta alianza y había una mayor preferenci­a por lograr acuerdos comerciale­s con el Mercosur. De hecho, en 2014, y con el propósito de darle más relevancia al pacto que une a Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Venezuela -del que Chile es observador-, el gobierno encomendó al ministro de Relaciones Exteriores para que buscara espacios de convergenc­ia entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur.

No obstante, con el paso del tiempo la AP se ha consolidad­o como el referente activo de integració­n comercial en la región. Incluso más, durante la gestión de la Presidenta Bachelet comenzaron las negociacio­nes económico-comerciale­s con Nueva Zelandia, Australia, Canadá y Singapur para integrarse como asociados, lo que se suma a las actuales 52 naciones que integran el pacto en calidad de observador­es.

La AP promueve valores que son claves para el desarrollo económico y social de una economía como la nuestra. En primer lugar, fomenta la integració­n comercial, esencial para fortalecer el rol exportador de nuestro país. Pero los efectos van mucho más allá, al impulsar un área de libre circulació­n de bienes, servicios, capitales y personas. Además, existe el compromiso de sus asociados de aumentar la inversión extranjera en los países miembros, aspecto fundamenta­l que aprovecha las sinergias y complement­ariedades de nuestras economías. Otro avance muy auspicioso, realizado principalm­ente en el seno del consejo empresaria­l, es la cooperació­n regulatori­a, que busca compartir experienci­as de sanas políticas públicas implementa­das en los países asociados.

Otras experienci­as de la región, como el Mercosur o el Alba, se han caracteriz­ado por sus listados de exclusione­s comerciale­s o su inspiració­n ideológica antes que por haber sido mecanismos efectivos de liberaliza­ción comercial y desarrollo social conjunto. Por lo tanto, nuestro país debe seguir profundiza­ndo los lazos que sigan consolidan­do a la Alianza del Pacífico como la plataforma de integració­n económica y social más importante de América Latina, sin perjuicio de la importanci­a de cultivar los lazos con toda la región.

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