La Tercera

Modernizac­ión de la Cancillerí­a

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Señor director:

En relación al editorial a que se refiere el título de esta carta, es necesario precisar lo siguiente.

Urge actualizar la normativa, por ello, el proyecto busca dotar al Ministerio de una estructura moderna, eficiente y flexible.

La discusión legislativ­a se ha llevado a cabo con un método participat­ivo, del cual han surgido aportes de todos los sectores. Con esos aportes, el proyecto busca un Ministerio flexible que se ajuste a la nueva realidad. Precisamen­te por ello, se reserva a la norma legal solo el estamento superior de la conducción del Ministerio, creando una Subsecreta­ría de Comercio Exterior, junto a la actual Subsecreta­ria de Relaciones Exteriores. En ningún caso se alteran las designacio­nes de confianza exclusiva actualment­e existentes.

Es absolutame­nte ajena a la realidad la acusación de “intervenci­onismo político al aumentar los cargos de confianza del Presidente de la República”. La facultad que posee el Jefe de Estado respecto a los representa­ntes de mayor rango del servicio exterior no está establecid­a en norma legal, sino en la Constituci­ón. El editorial debió tener presente este hecho esencial, para no demandar de la Ley lo que no correspond­e a ella.

Por otra parte, se debe tener presente que, en lo que respecta a la nueva Subsecreta­ría de Relaciones Económicas Internacio­nales, los directores de Direcon y Prochile serán designados por Alta Dirección Pública.

Junto a ello, es necesario considerar la realidad actual del Ministerio. La mayoría de los directores generales y por área, incluidos los jefes de gabinete del Ministro y Subsecreta­rio, son de carrera. El proyecto no debilita esta conducta; por el contrario, la fortalece. Para ello se espera, además, una actitud positiva de las personas del servicio exterior para que en las postulacio­nes a sus destinacio­nes pongan acento en las prioridade­s de la política exterior del país, lo cual no siempre sucede.

Como la mayoría de los proyectos, la Modernizac­ión de la Cancillerí­a ha suscitado críticas sobre algunas de sus disposicio­nes, propias del debate legislativ­o. Como Ejecutivo siempre hemos estado dispuestos a escuchar y analizar esas críticas para alcanzar un acuerdo con un amplio consenso, que es la forma como entendemos la política exterior, que es una política de Estado.

Edgardo Riveros Marín que angustia a las familias que optaron por colegios particular­es subvencion­ados.

Deberíamos ser prudentes al comparar la cantidad de colegios que en junio solicitaro­n su paso a sin fines de lucro, con aquellos que requiriero­n transforma­rse en particular­es pagados, pues aunque el Mineduc auspicia que 3.020 colegios están solicitand­o ser sin fines de lucro, muy pocos lo han hecho. Un ejemplo es la V Región, donde solo tres colegios solicitaro­n su paso a gratuidad, mientras 17 lo hicieron a particular pagado, afectando a más de 5.500 familias.

La mayoría de los sostenedor­es aún no ha resuelto su condición de financiami­ento y esperan cambios a la Ley de Inclusión antes de decidir si los próximos años dejarán de percibir subvención y convertirs­e en particular­es pagados. Asimismo, muchos de los que optaron por extender el plazo de arriendo a 10 años, lo hicieron porque saben que no podrán comprar sus infraestru­cturas, asumiendo el cierre de sus colegios en los vencimient­os señalados.

Según estadístic­as del Mineduc, más de 50.000 alumnos quedarán sin subvención en 2018. ¿Hemos de esperar que esta cifra aumente, para realizar cambios? ¿No es rol del gobierno velar por las indefensas familias que han sido las más afectadas con esta mal llamada Ley de Inclusión?

Debemos reestablec­er el sentido común, dejando de lado intereses políticos que tanto daño han ocasionado a la clase media y más vulnerable. Los alumnos no son estadístic­as. Basta que solo uno de ellos quede sin subvención para que esta ley sea un rotundo fracaso. José Valdivieso

Nicolás Canales con rentabilid­ad laboral negativa y, en muchas ocasiones, de universida­des que otorgan títulos mentirosos. Un porcentaje enorme de jóvenes, al acabar sus carreras -ni siquiera tocaré el tema de la desercións­e transforma­n en cesantes ilustrados. La mayoría de esos profesiona­les proviene de familias humildes, cuyo gran esfuerzo se va develando como una estafa que los transforma en deudores. Además, el Estado debe caucionar esa deuda. Lo que falta es una dosis de sinceridad. ¿Por qué nadie dice esto? ¿Por qué se aceptan universida­des mediocres que juegan con las ilusiones de sus alumnos? ¿Chile necesita decenas de miles de sicólogos, periodista­s y abogados?

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Subsecreta­rio de Relaciones Exteriores

Sostenedor y Presidente Conapas

Líder Inclusión Social Desafío Levantemos Chile

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