Ley de Inclusión
Señor director:
La Ley de Inclusión hasta ahora pareciera un cambio cosmético, que lo único que genera es incertidumbre a las familias, pero que no resuelve el corazón del problema. Más allá de la famosa tómbola, que muchos pueden defender como un sistema justo, hay que estar en el lugar de esas familias que ven cómo sus posibilidades de admisión se esfuman en un sorteo.
Pero el gran problema de esta ley es otro: que no asegura la inclusión dentro de la sala de clases. Tampoco aborda qué herramientas tendrán los profesores para enfrentar el desafío de la inclusión en los procesos de enseñanza-aprendizaje con sus estudiantes.
¿Cómo se gestiona la enseñanza con niños y jóvenes diversos? La ley debe dar pasos reales para avanzar en una inclusión educativa, para comenzar a resolver la segregación de los estudiantes en sus oportunidades de aprendizajes.
Lamentablemente, el debate se ha quedado en los procedimientos de selección y fin al copago, temas necesarios pero más bien instrumentales e insuficientes, si lo que se quiere es alcanzar una educación