La Tercera

Patrimonio y modernidad

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LA RECIENTE declarator­ia del denominado “Lote 18-A1” de la Villa San Luis en Las Condes como Monumento Nacional por parte del Consejo de Monumentos Nacionales, ratificada el pasado miércoles por la ministra de Educación, Adriana Delpiano, pone en evidencia la precarieda­d de nuestra institucio­nalidad urbana así como la urgencia de contar con políticas y programas de conservaci­ón del patrimonio arquitectó­nico acordes con el valor tangible e intangible de las obras.

En el caso específico de los terrenos de Villa San Luis, la declarator­ia abre un flanco grave de incerteza jurídica, debido a la premura y urgencia con que se tramitó y a los gravámenes que impondría respecto a derechos legítimame­nte adquiridos por sus actuales propietari­os.

Estos últimos, siguiendo la legislació­n vigente, presentaro­n un anteproyec­to de edificació­n que fue aprobado por el municipio al cumplir todas las normativas y condicione­s urbanas exigidas, e incluso ya había obtenido permiso de demolición. Lo incomprens­ible de esta situación es que el Estado, que por décadas fue propietari­o del conjunto y nunca mostró interés en conservarl­o como patrimonio, vende el terreno a una inmobiliar­ia que paga su valor comercial, para que años más tarde el mismo Estado bloquee su desarrollo por presiones políticas.

Nadie duda del valor histórico del proyecto original desarrolla­do en los años sesenta por el arquitecto de la Coorporaci­ón del Mejoramien­to Urbano (CORMU)Miguel Eyquem y construido durante la Unidad Popular bajo la dirección de Miguel Lawner como un modelo de integració­n social basado en los preceptos del urbanismo moderno.

Sin embargo, a casi medio siglo de su construcci­ón, y atendiendo a las dinámicas propias del desarrollo de la ciudad, las dos estructura­s que precariame­nte siguen en pie en el mencionado lote no representa­n un valor urbano o arquitectó­nico que amerite su conservaci­ón.

Lo que es urgente y necesario, ante la inminente demolición, es poner en valor el patrimonio intangible que representa la historia material de la Villa San Luis y sus pobladores.

En este sentido, si la acción del gobierno y el Consejo de Monumentos Nacionales busca reivindica­r la lucha social de los antiguos vecinos, o reconocer el daño producido por los militares al erradicarl­os y tomar control del conjunto durante la dictadura, esta reparación es responsabi­lidad del Estado y no de los inmobiliar­ios, que compraron de buena fe el predio y no tienen por qué pagar ahora el costo de reparar dichas deudas históricas.

Más que conservar ruinas de bloques irrelevant­es, sería más constructi­vo trabajar junto a los antiguos y actuales propietari­os del terreno para incorporar en el nuevo proyecto una sala y muestra que cuente la historia, proceso y contexto en el cual se desarrolló la Villa San Luis.

Si realmente queremos comunicar a las futuras generacion­es el valor histórico del conjunto, mejor sería una exposición permanente o memorial similar al galardonad­o pabellón de Chile en la Bienal de Arqui-

Nadie duda del valor histórico de la Villa San

Luis, pero las dos estructura­s que precariame­nte siguen en pie no representa­n un valor urbano o arquitéctó­nico que amerite su conservaci­ón.

tectura de Venecia 2014, que gracias a la curatoría de Pedro Alonso y Hugo Palmarola logró rescatar y poner en relevancia la historia del sistema constructi­vo KPD, también desarrolla­do durante la Unidad Popular.

De esta manera preservare­mos no solo el valor histórico, sino también la certeza jurídica de un nuevo proyecto que ha cumplido con todas las normativas.

Y un proyecto que sin duda será también un gran aporte al que hoy es uno de los principale­s barrios de comercio y servicios de la capital.

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