La Tercera

EL ARREPENTID­O

- Marcelo Contreras Crítico de música

La pareja más poderosa de la industria musical, Jay-Z y Beyoncé, ha formateado una subcategor­ía pop, un nuevo híbrido, unos discos compuestos bajo guión propicio para la telerealid­ad, donde lo privado y lo público se confunden en nombre de la música y el legítimo negocio.

Beyoncé lanzó en 2016 el ambicioso Lemonade, la historia de una mujer engañada en un matrimonio sin futuro, en medio de rumores de infidelida­d de su famoso marido. “Una obra revolucion­aria del feminismo negro”, proclamó Billboard.

La respuesta de Jay-Z llega con 4.44, su primer disco en cuatro años y que ya alcanzó un récord al ser publicado en su plataforma exclusiva Tidal: en 72 horas fue descargado ilegalment­e un millón de veces. Hasta Snoop Dogg contó que lo había conseguido así.

Resumen exprés de 4.44. Jay-Z está arrepentid­o.

El rey del hip hop no responde con el arquetipo misógino del género, no se vanagloria de sus deslices. Al contrario. Asume que su pareja lo supera emocionalm­ente - “maduraste más rápido que yo”, cuenta en el corte homónimo-, manifiesta culpas por un pasado como vendedor de drogas, y que se desubicó al proponer un ménage à trois. En tono preocupado Jay-Z se pregunta qué efectos podrían tener sus acciones en Blue Ivy, la pequeña hija de ambos que ha crecido bajo el ojo mediático.

El libreto de telerealid­ad con el que opera el artista revela que 4.44, la canción, fue escrita a esa hora de la madrugada y grabada en completa soledad utilizando -detalle- el micrófono con el que habitualme­nte trabaja su esposa.

Jay-Z pisa otros terrenos peliagudos. En The Story of O.J. se mete nada menos que con la comunidad judía “¿alguna vez te has preguntado por qué los judíos tienen toda la propiedad en América?”-, y ya fue tildado como antisemita. En Family Feud, con Beyoncé en los coros, Jay-Z se instala en la posición de un capo que cuestiona las habituales peleas de raperos, en este caso entre representa­ntes de generacion­es distintas.

Mientras las letras son elocuentes, vívidas y confesiona­les, a la altura de la reputación de buena pluma que permitió a Jay-Z el reciente ingreso al Salón de la fama de los compositor­es el primer rapero en esta instancia-, la composició­n musical es sencillame­nte secundaria, decorativa, a ratos tediosa. Su fraseo puede ser caracterís­tico pero el armazón que envuelve los poderosos versos desfallece. Nunca refleja el dramatismo ni la emotividad que transmiten sus vivencias como uno de los pesos pesados de la industria. 4.44 puede ser interesant­e como lectura y un bostezo como experienci­a musical.

Su fraseo puede ser caracterís­tico pero el armazón que envuelve los poderosos versos desfallece.

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4.44 Jay-Z

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